27 noviembre 2011

Curiosidades de la ciencia


En este blog ya hemos hablado en otras ocasiones de la radiactividad: a raíz del centenario del Nobel concedido a Marie Curie, para explicar en qué consiste este proceso químico, y una de sus aplicaciones: la obtención de energía nuclear.

            Es sorprendente cómo el hombre  es capaz de descubrir y conocer el mundo que le rodea desde lo más grande hasta las partículas subatómicas, y cómo desarrolla métodos para conseguir facilitar la vida.

            Ahora voy a contar una historia real: en 1972 se descubrieron en unas muestras minerales de uranio que la proporción de U-235 era ligeramente más baja de lo habitual. Estos minerales procedían de la mina de Oklo en la República de Gabón (África). La explicación tenía que ser que se había producido una reacción de fisión nuclear, en la que se había consumido U-235, ¿pero cómo? Los científicos concluyeron que el mineral de uranio estaba enriquecido con U-235 produciéndose una reacción de fisión nuclear con agua ligera, similar a la que se produce en un reactor nuclear. Analizando la cantidad de productos de fisión radiactivos que quedaban en el mineral, se dató el “reactor” de Gabón hace casi 2000 millones de años.

            En la mina de Oklo se dieron las siguientes características que convergieron para que se diera una reacción nuclear:

1. El mineral de la mina estaba enriquecido en uranio.
2. Debido a la transformación geológica, el depósito de uranio se lavaba de manera continua hacia la región de Oklo, formando depósitos concentrados.
3. El moderador, necesario para el proceso, era el agua de cristalización del sedimento.

            ¡Es una pasada! ¡Había un reactor nuclear natural funcionando cuando aparecieron las primeras formas de vida sobre la tierra!

            Me quedó con la siguiente reflexión: “Como sucede con muchos de los trabajos científicos, los humanos no son necesariamente innovadores, sino tan solo los imitadores de la naturaleza.” (Química, Chang, McGraw Hill 6ª Edición, p. 922)

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