05 agosto 2012

¿Me permiten...

repetirme? Sí, ya sé que me ha dado fuerte, pero es que el mito, cuento o símbolo se lo merece. Me he leído  la versión de teatro de Peter Pan, y es absolutamente genial. También se la recomiendo. Mi gran ilusión sería verla representada (me encantaría que mi hermano escuchara mi sugerencia para el grupo de teatro de Los Chismarracos de la Escuela donostiarra de TECNUN). Leer esta versión me ha recordado detalles que había olvidado, como por ejemplo como Wendy y John juegan a papás y a mamás, y el detalle encantador de la señora Darling que elige querer un nuevo hijo para que Michael no se sienta discriminado...

Es cierto que en la introducción del libro se habla del síndrome Peter Pan y alusiones biográficas a la vida de J. M. Barrie y de la familia en que están inspirados los personajes de la novela-cuento-obra de teatro. Y que tiene sus tintes trágicos saber los desastrosos finales de esos niños educados por Barrie cuando se quedan huérfanos. Pero, una vez más, me consuela que la vida de un autor no es su obra, aunque la influya. 

Por eso, a mí el señor Darling no me parece un irresponsable e inmaduro, sino que está de acorde con el resto de personajes: es la percepción de un niño, y en un cuento para niños, los aduultos acaban siendo tiernamente niñoides. Me da pena el añadido de que a Peter no se le pueda tocar (se supone que él se lleva el beso de la señora Darling) y que cuando creces dejas de verlo. Y se pierde el futuro de los niños, que siguen volando en el mundo real como lo hacían en Nunca Jamás, así como que las sirenas sean amigas de Peter, el vuelo de varios días hasta alcanzar el maravilloso País. Lo dicho: Miguel, confío en ti (recuerda que era "tu película").
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