15 noviembre 2013

Capítulo 5: El fortuito descubrimiento del arsénico



                Pensándolo bien, nunca fue buena idea…, tenía que haberse dado cuenta de que estaba condenada al fracaso, aunque ¿fue un fracaso no obtener lo esperado? Puede que no…, pero lo que estaba claro es que no debió alterarse de aquella manera cuando vio el oropimente del pintor en la catedral. No pudo evitar que la emoción lo embargase. Andaba buscando la refutación definitiva contra la transmutación del oro..., ¿sería capaz de desenmascarar a los alquimistas con sus propios métodos por medio del oropimente?

También fue mala suerte que lograra suficiente cantidad de oropimente justo al comienzo de la Cuaresma. Y, por supuesto, debió frenar la operación en cuanto hizo aparición el azufre…, pero él en cierta manera estaba inmunizado al olor y no fue excesivamente consciente. El escándalo fue mayúsculo: el ayuno debilitaba no solo el cuerpo sino por supuesto la mente, y hubo hermanos que entre una cosa y otra, pensaron que el diablo campaba a sus anchas por el convento, y se asustaron en demasía. Tanto que el hermano prior se acercó para que detuviera lo que estuviera haciendo. ¿Es que era necesaria una señal más clara? Sin embargo, Alberto no se excusó… Se le vino a la mente la plaga de ratones que invadía el convento desde hacía un mes…, y explicó que buscaba un potente veneno para acabar con ellos. El hermano prior no parecía muy convencido, ¿acaso Dios era partidario de ir al infierno para buscar remedio a los ratones? Alberto insistió en que el infierno no tenía nada que ver con lo que estaba haciendo, y cuando pensaba que tendría que renunciar, el prior le dio unos días de margen: - Pero, después, se acabó.

                Alberto regresó a su labor con más intensidad. Al calentar el oropimente con jabón estaba consiguiendo algo totalmente nuevo que no tenía que ver con el oro alquímico. Tenía la sensación de estar separando lo que fuera que formara el oropimente. Echó una ojeada a sus anotaciones, que pretendía publicar bajo el nombre De mineralibus. Allí había escrito que el oropimente se encontraba en las minas, junto al rejalgar. El rejalgar estaba prescrito por Hipócrates para tratar dolencias. El oropimente, de color amarillo, recibía el nombre de arsenikon de los griegos, y era conocido como auripigmentum por los romanos. Había historias de personas que enfermaron al ingerir el oropimente, un riesgo especialmente elevado para los pintores que lo usaban como pigmento amarillo. Hum…, el rejalgar beneficioso, y el oropimente perjudial, ¿estaban o no relacionados? Si purificaba el oropimente, ¿conseguiría un veneno capaz de acabar con la plaga de ratones? ¿Qué era lo que hacía peligrosas o inocuas a las sustancias alquímicas?
                De momento, estaba claro que el oropimente tenía azufre, y él mismo había escrito en De mineralibus, que el azufre y el mercurio eran el padre y la madre de todos los metales, por mucho que les pesara a todos sus hermanos frailes incluido el padre prior. Alberto había encontrado tanto el mercurio como el azufre en muchos de los minerales que sometió al fuego, algunos en el horno. Parecía algo bastante frecuente, por lo que dedujo que las piedras o minerales tenían estas características en común. Quizá en las profundidades de la  Tierra, hubiera mercurio y azufre en abundancia, y de ahí se formaran las piedras…
De todas las operaciones alquímicas, la mejor es la que comienza en el mismo camino que la Naturaleza, con la purificación del azufre por ebullición y sublimación, limpieza de mercurio y perfecta mezcla de ellos con la masa de metal; por sus poderes se induce la forma específica de cada metal.
                El mercurio era apasionante por el hecho de ser líquido, pero el azufre, si cabe, le fascinaba todavía más. Lo había observado a la llama tantas veces, creyendo observar un cambio en la apariencia: los cristales amarillentos sometidos a las altas temperaturas del horno, parecían adoptar de aguja. Tendría que repetir el experimento cuidadosamente para formarse una opinión más clara al respecto. El problema estaba en cómo trabajar el azufre dentro del convento sin provocar un exorcismo colectivo. Probarlo en otro lado hubiera sido aún más complicado, al menos en el convento había respeto hacia su Magister Theologiae y su vida conventual era intachable. Pero probar suerte en otro lugar era arriesgarse a que alguien le denunciara a la Inquisición. ¡Era de locos! ¿Por qué había que relacionar azufre con infierno automáticamente? Si estaba en la Naturaleza, ¿por qué tenía que ser “infernal”? ¿Acaso no decían en el Credo que el mundo era obra de Dios, y Dios no decía en el Génesis que vio que todo era bueno? ¿No veían la contradicción lógica entre una cosa y otra? ¿Y si no la veían (que no la veían, de eso daba fe Alberto) cómo hacerles ver su error, si no a ellos mismos, por lo menos a las generaciones futuras? ¿Por qué todo lo ignoto de lo que no hubiera hablado Platón había de ser herejía? ¿Podía un único hombre compilar todo lo que era el mundo, aunque hubieran pasado milenios de su vida sobre la Tierra? ¿Habíamos de quedar estancados para siempre en lo que dijo o dejó de decir Platón? No, rotundamente no. Si el mundo era bueno, por provenir de Dios, su estudio debería ser santo en cuanto que proporcionaba conocimiento de las criaturas de Dios.
                Alberto dirigió de nuevo la mirada al fuego: no quedaba resto del oropimente. En su lugar, junto a la pasta jabonosa, había cierto material que tenía brillo metálico. Alberto quedó cautivado de inmediato, y sacó sus lentes de aumento. Colocándolas en la posición correcta le permitían observar todo y descubrir detalles insospechados. Tras un minucioso examen, tomó nota:
                Del oropimente al fuego, junto con jabón, no se obtiene nada similar al oro. Se pierde la coloración amarillenta, y aparece un sólido cristalino de color gris acerado, con brillo metálico. Si se deja al aire, pierde el brillo o lustre volviéndose oscuro y negro. Al calentar esta sustancia nuevamente al fuego, arde con una llama blanco-azulada que produce humo blanco y de olor similar al del ajo. No se puede oler sin notar que los ojos y la nariz se humedecen y uno se siente indispuesto.

                Unas semanas más tarde añadió: El sólido cristalino gris (producido del oropimente) no presenta efectos perniciosos sobre los roedores.
                De alguna manera, Alberto perdió credibilidad ante la comunidad. Parecía que, según la opinión de la mayoría, sus actividades extrañas y ociosas no tenían ninguna aplicación interesante. A pesar de que la población de roedores no disminuyó, Alberto tenía la curiosa sensación de que, a pesar de todo, no había fracasado.

Fuentes
Castillo, M., Alberto Magno: precursor de la ciencia renacentista, La ciencia de los filósofos, 1996, págs. 91-106
Búsqueda por Google de propiedades azufre
Notas
1) Quería agradecer las oportunas correcciones de @DivulCC
2) Aprovecho también para felicitar a mi amiga Galleta, que cumple hoy años, de la que tengo la suerte de considerarme amiga desde prácticamente siempre, y que para mí siempre será 'algo Alberta', y por tanto, relacionada con el Patrón de Ciencias. 
3) Este post participa en la Edición del Cobre del Carnaval de Química acogido en el blog de @hebusto





El siguiente capítulo de esta serie los puedes leer en el enlace:

8 comentarios:

  1. Oooooh, me he sentido un poquito científica hoy, n.n

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    1. Sabes que para mí eso es muy importante: que tú te sientas científica, y yo humanista xD Y muchas, muchas felicidades en tu cumple!!

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  2. Ya echaba de menos esta historia!!! ¿Continuará?

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    1. jajaja, claro que sí! Lo que no te aseguro es cuándo... Necesitaría hacer otro curso de Divulgación para tener tareas y seguir escribiendo jajaja :D

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  3. Owww he disfrutado con este pequeño relato, esperaremos nuevas entradas

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    1. Muchas gracias! Me alegro de que os haya gustado :)

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  4. ¡Muy buen post Dolores!

    Todo muy bien hilado, contando un magnífico relato científico. Cómo no, ¡ciencia y literatura unidas!

    Saludos saludetes,
    Jesús

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    1. Me alegro mucho de que te haya gustado, gracias por comentar y por compartirlo por Twitter :)

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