18 agosto 2014

No son más dulces que la miel...

Dedicado al niño que pensaba que sus flores eran más dulces que la miel

Seguro que en más de una ocasión te habrás encontrado con este arbusto de flores blancas o rosas por todas partes, en colegios, en parques, al borde de las carreteras… Quizá lo que no sabes (o sí) es que es un potencial asesino, que quizá debería estar más controlado en dónde se planta, porque hay bellezas que matan, o al menos que te dejan pachucho pachucho. De hecho, en alguna serie policiaca ha resultado ser el principal asesino.

Aquí os presento a la adelfa, cuyo nombre científico es Nerium oleander, y junto a su hermana Thevetia peruviana, son las dos representantes principales de la familia Apocynaceae. Ambas dos se usan como arbustos ornamentales en zonas tropicales y subtropicales de nuestro planeta, si bien su toxicidad es de sobra conocida. Hay pocos casos publicados, y por tanto no hay suficientes datos, para determinar cuál es la dosis letal, pero sí se conoce que depende de varios factores: la cantidad ingerida, la parte de la planta, la concentración en toxinas de la planta, y la edad y salud previa del paciente intoxicado. Y aún así, la mortalidad humana asociada con la ingestión de adelfa es generalmente muy baja, incluso en los casos de consumo intencional (intentos de suicidio).

Cabe resaltar que todas las partes de la planta son tóxicas, incluidos los productos de su combustión y el néctar de sus flores. Además, suele haber hojas, flores y vainas de semilla en el suelo, de manera que están al alcance de cualquier niño curioso… Lo único bueno es que como tiene un potente sabor amargo, los niños no suelen ingerir grandes cantidades. Por ejemplo, la masticación de hojas de adelfa libera saponinas, que son agentes surfactantes nocivos que provocan sensación de ardor en la boca. Pero se ha observado en intoxicaciones de mascotas domésticas, que la palatabilidad cambia si el arbusto ha sido podado, tratado con herbicidas como el ácido 2,4-diclorofenoxiacético, o si se consume con otros alimentos, así que de cualquier forma: ¡cuidado!
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La toxicidad de las adelfas se debe principalmente a los glucósidos cardíacos, que son compuestos esteroideos con efectos sobre el músculo cardíaco, y que de hecho se han usado como fármacos pero la ventana terapéutica es pequeña y es fácil provocar una sobredosis.

Los glucósidos cardíacos están formados por tres subunidades diferenciadas: un esqueleto esteroideo, ligado a un anillo de lactona, unido a un carbohidrato o azúcar por enlace glicosídico. El esqueleto esteroideo junto con el anillo de lactona se conoce como genina o aglicona. Esta fracción genina es muy similar entre todos los glucósidos cardíacos conocidos, variando solo en el grupo funcional del carbono 10 y/o 13. Por el contrario, el azúcar o carbohidrato de cada uno de ellos es específico: la digitoxigenina en la digitoxina, la oleandrosa en la oleandrina, etc. Y justamente este azúcar introduce la variabilidad en las respectivas actividades biológicas de los glucósidos cardíacos.
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Los glucósidos cardíacos se unen a la bomba de Na+/K+ATPasa de las membranas citoplasmáticas de las células cardíacas, y la inactivan. En consecuencia, aumenta la concentración de Na+ y afecta a los canales de intercambio de Na+/Ca2+, aumentando el Ca2+ intracelular y la fuerza de contracción (lo que se conoce como efecto inotrópico positivo). También se incrementa el potencial de membrana en reposo de la célula, con lo que aumenta la tasa de despolarización celular espontánea y la automaticidad del miocardio. Además, la inhibición de la bomba Na+/K+ATPasa afecta al movimiento intracelular del K+ y puede provocar hiperpotasemia.

El envenenamiento por adelfa tiene como síntomas también las náuseas, vómitos, salivación aumentada, dolor abdominal y diarrea. Se pueden producir arritmias cardiovasculares, y temblores, somnolencia, ataxia, perturbaciones visuales y debilidad. La ingestión de estas plantas puede causar irritación de las mucosas y producir eritema bucal y sensación de ardor en la boca.

Los tratamientos disponibles para el envenenamiento con adelfa se pueden dividir en 3 categorías:

1. Eliminación gastrointestinal de toxinas no absorbidas.  La descontaminación gástrica vía eméticos, lavado de estómago, instilación de carbón activado, y catárticos salinos es lo más efectivo.

El carbón activado se suele usar en casos como descontaminación gastrointestinal para unirse a las toxinas en el estómago y reducir la absorción. Se ha comparado la administración de múltiples dosis de carbón activo (MDAC por sus siglas en inglés: multiple dosis activated carbon) versus a un única dosis (SDAC, single dose) y se encontró que ni el MDAC ni el SDAC reducían la muerte tras el envenenamiento por T. peruviana, aunque sí hubo una pequeña reducción en el número de arritmias significativas.

2. Medidas de soporte diseñadas para mantener la estabilidad hemodinámica:  monitoreo y control de los niveles de electrolito.

3. Eliminación sistémica de las toxinas de adelfa absorbidas, que depende de los mecanismos de aclaramiento hepático o renal. La reabsorción intestinal de toxinas puede prolongar la vida media de los compuestos, por lo que se hacen necesarios los tratamientos de esta tercera categoría.

Los fragmentos de anticuerpo Fab específicos de digoxina suministrados intravenosamente han sido  usados con éxito para casos aislados de envenenamiento con N. oleander. Un estudio in vitro demostró que los fragmentos de anticuerpo Fab específicos de digoxina se unen a la oleandrina y , por tanto, reducen la concentración de oleandrina activa. La efectividad de este tratamiento se basa en que los glucósidos cardíacos de adelfa y digoxina exhiben una reactividad cruzada estimada en 100:1 hacia los anticuerpos específicos de digoxina.

Esta entrada participa en el XXXVIII Carnaval de la Química alojado en este blog y en la XXXI Edición del Carnaval de Biología que acoge ScyKness

Bibliografía:


Bandara V, Weinstein SA, White J, & Eddleston M (2010). A review of the natural history, toxinology, diagnosis and clinical management of Nerium oleander (common oleander) and Thevetia peruviana (yellow oleander) poisoning. Toxicon : official journal of the International Society on Toxinology, 56 (3), 273-81 PMID: 20438743

Langford SD, & Boor PJ (1996). Oleander toxicity: an examination of human and animal toxic exposures. Toxicology, 109 (1), 1-13 PMID: 8619248

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