Quiero forzarme a no olvidar. Hace hoy once semanas que la DANA se llevó por delante tantas, demasiadas vidas. Quiero no olvidar que las supervivientes siguen bregando por volver a una nueva "normalidad". Y me lo voy a recordar cada semana los martes de la mejor forma que se me ocurra.
Esta semana vuelvo a mis (a)poemas. Este dedicado a Rubén e Izán y sus padres. Porque su historia me partió tanto que al fin fui capaz de llorar lo que no había llorado antes. Tuneé el Salmo 130 para que sus palabras representaran ese gemido que sentía tan dentro de mí.
Vía BBC |
LO MÁS HONDO
Salmo 130 (129)
A flor de piel, un escudo ligero me
permite ser mínimamente funcional.
En cambio, el sollozo y la angustia
por los niños de Torrent -Rubén e Izán-
venían de más adentro. Desde lo más
hondo, sacudieron mis cimientos, era
el dolor hecho carne y en carne viva
(es que ya no nos cabe más dolor).
Te pido que escuches este clamor
aunque no atraviese del todo mi
coraza. Porque si tú fueras sordo,
a quién iremos: solo tú tienes
palabras de vida eterna. Solo tú.
No te sé decir si te anhelamos más
que el centinela a la aurora… Quizá sí
que te esperábamos por encima del fin
de la alerta de protección civil.
Buscándote más que el cese de la lluvia
y que no lloviera sobre mojado,
sobre tanto barro todavía sin secar.
Por eso, es posible que te aguardáramos
ante la vela encendida, sin palabras ya
que decir en voz alta -tampoco
en voz baja-. Con la mano dudosa
en rasgar las cuerdas del ukelele.
La mente un poco en blanco. Solo mirando.
Queriendo esperar, si era preciso,
¡contra toda esperanza! Esperar en el
Dios Rico en Misericordia, pues en él
está el amor y de él nos viene la salvación.
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