Quiero forzarme a no olvidar. Hace hoy dieciséis semanas que la DANA se llevó por delante tantas, demasiadas vidas. Quiero no olvidar que las supervivientes siguen bregando por volver a una nueva "normalidad". Y me lo voy a recordar cada semana los martes de la mejor forma que se me ocurra.
Si la semana pasada cantábamos al calzado de los voluntarios, esta comparto mi (a)poema se pueden notar los obvios ecos de Jorge Guillén con su Muerte de unos zapatos en la versión final.
LOS PIES DEL VOLUNTARIO
Is 52, 6-12
Qué hermosos son por los caminos
intransitables los pies (embarrados)
del voluntario. Calzados con botas
de caña alta o los sucedáneos
que improvisó la urgencia, saben…,
saben de intemperies y colapsos.
Los primeros que escucharon celebrar
la vida entre las lágrimas sin secar
por los doscientos veinticuatro que nos
faltan. Son pies de ruinas y
buena noticia; cantan memorias
de idas y venidas, de palas y escobas.
Y, al regresar a casa buscando
la quietud de alma y cuerpo, se
quitarán el fango contaminado,
aunque, digan lo que digan
los expertos, este barro nunca fue
impuro: a pesar del miedo y desolación
¡el Señor se quedó! Solo era Él
llamando “Estoy aquí”.
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