Dedicado al niño que pensaba que sus flores eran más dulces que la miel
Seguro que en más de una ocasión te habrás
encontrado con este arbusto de flores blancas o rosas por todas partes, en
colegios, en parques, al borde de las carreteras… Quizá lo que no sabes (o sí)
es que es un potencial asesino, que quizá debería estar más controlado en dónde
se planta, porque hay bellezas que matan, o al menos que te dejan pachucho
pachucho. De hecho, en alguna serie policiaca ha resultado ser el principal
asesino.
Aquí os presento a la adelfa, cuyo nombre científico es Nerium oleander, y junto a su hermana Thevetia peruviana, son las dos
representantes principales de la familia Apocynaceae.
Ambas dos se usan como arbustos ornamentales en zonas tropicales y
subtropicales de nuestro planeta, si bien su toxicidad es de sobra conocida. Hay
pocos casos publicados, y por tanto no hay suficientes datos, para
determinar cuál es la dosis letal, pero sí se
conoce que depende de varios factores: la cantidad ingerida, la parte de la
planta, la concentración en toxinas de la planta, y la edad y salud
previa del paciente intoxicado. Y aún así, la mortalidad humana asociada
con la ingestión de adelfa es generalmente muy baja, incluso en los casos de
consumo intencional (intentos de suicidio).
Cabe resaltar que todas las partes de la planta son tóxicas, incluidos los productos
de su combustión y el néctar de sus flores. Además, suele haber hojas, flores y
vainas de semilla en el suelo, de manera que están al alcance de cualquier niño
curioso… Lo único bueno es que como tiene un potente sabor amargo, los niños no
suelen ingerir grandes cantidades. Por ejemplo, la masticación de hojas de
adelfa libera saponinas, que son agentes surfactantes nocivos que provocan
sensación de ardor en la boca. Pero se ha observado en intoxicaciones de
mascotas domésticas, que la palatabilidad cambia si el arbusto ha sido podado,
tratado con herbicidas como el ácido 2,4-diclorofenoxiacético, o si se consume
con otros alimentos, así que de cualquier
forma: ¡cuidado!
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La toxicidad de las adelfas se debe
principalmente a los glucósidos
cardíacos, que son compuestos esteroideos con efectos sobre el músculo
cardíaco, y que de hecho se han usado como fármacos pero la ventana
terapéutica es pequeña y es fácil provocar una sobredosis.
Los glucósidos cardíacos están formados por
tres subunidades diferenciadas: un esqueleto esteroideo, ligado a un anillo de
lactona, unido a un carbohidrato o azúcar por enlace glicosídico. El esqueleto
esteroideo junto con el anillo de lactona se conoce como genina o aglicona. Esta fracción genina es muy similar entre todos los glucósidos cardíacos
conocidos, variando solo en el grupo funcional del carbono 10 y/o 13. Por el
contrario, el azúcar o carbohidrato de cada uno de ellos es específico: la
digitoxigenina en la digitoxina, la oleandrosa en la oleandrina, etc. Y
justamente este azúcar introduce la variabilidad en las respectivas actividades
biológicas de los glucósidos cardíacos.
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Los glucósidos cardíacos se unen a la bomba
de Na+/K+ATPasa de las membranas citoplasmáticas de las células
cardíacas, y la inactivan. En consecuencia, aumenta la concentración de Na+
y afecta a los canales de intercambio de Na+/Ca2+,
aumentando el Ca2+ intracelular y la fuerza de contracción (lo que
se conoce como efecto inotrópico positivo). También se incrementa el potencial
de membrana en reposo de la célula, con lo que aumenta la tasa de
despolarización celular espontánea y la automaticidad del miocardio. Además, la
inhibición de la bomba Na+/K+ATPasa afecta al movimiento
intracelular del K+ y puede provocar hiperpotasemia.
El envenenamiento por adelfa tiene como
síntomas también las náuseas, vómitos, salivación aumentada, dolor abdominal y
diarrea. Se pueden producir arritmias cardiovasculares, y temblores,
somnolencia, ataxia, perturbaciones visuales y debilidad. La ingestión de estas
plantas puede causar irritación de las mucosas y producir eritema bucal y
sensación de ardor en la boca.
Los tratamientos disponibles para
el envenenamiento con adelfa se pueden dividir en 3 categorías:
1. Eliminación
gastrointestinal de toxinas no absorbidas. La descontaminación gástrica vía eméticos,
lavado de estómago, instilación de carbón activado, y catárticos salinos es lo
más efectivo.
El carbón
activado se suele usar en casos como descontaminación gastrointestinal para
unirse a las toxinas en el estómago y reducir la absorción. Se ha comparado la
administración de múltiples dosis de carbón activo (MDAC por sus siglas en
inglés: multiple dosis activated carbon) versus a un única dosis (SDAC, single
dose) y se encontró que ni el MDAC ni el SDAC reducían la muerte tras el
envenenamiento por T. peruviana, aunque
sí hubo una pequeña reducción en el número de arritmias significativas.
2. Medidas
de soporte diseñadas para mantener la estabilidad hemodinámica: monitoreo y
control de los niveles de electrolito.
3. Eliminación sistémica de las toxinas de
adelfa absorbidas, que depende de los mecanismos de aclaramiento hepático o
renal. La reabsorción intestinal de toxinas puede prolongar la vida media de
los compuestos, por lo que se hacen necesarios los tratamientos de esta tercera
categoría.
Los fragmentos
de anticuerpo Fab específicos de digoxina suministrados intravenosamente han sido usados con éxito para casos aislados de
envenenamiento con N. oleander. Un
estudio in vitro demostró que los fragmentos de anticuerpo Fab específicos de
digoxina se unen a la oleandrina y , por tanto, reducen la concentración de
oleandrina activa. La efectividad de este tratamiento se basa en que los
glucósidos cardíacos de adelfa y digoxina exhiben una reactividad cruzada
estimada en 100:1 hacia los anticuerpos específicos de digoxina.
Esta entrada participa en el XXXVIII Carnaval de la Química alojado en este blog y en la XXXI Edición del Carnaval de Biología que acoge ScyKness
Bibliografía:
Bandara V, Weinstein SA, White J, & Eddleston M (2010). A review of the natural history, toxinology, diagnosis and clinical management of Nerium oleander (common oleander) and Thevetia peruviana (yellow oleander) poisoning. Toxicon : official journal of the International Society on Toxinology, 56 (3), 273-81 PMID: 20438743
Gracias por la dedicatoria!!! :)
ResponderEliminar¡Ale!, ya has quitado toda la emoción.
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