Ahora que cada día soy
un poco más atea que
el anterior, porque
mis átomos ya no requieren
permiso para rezar
todo el rato
in-conscientemente...
El tiempo se me ha hecho raro.
Navidad, Semana Santa,
domingos y festivos
no marcan pausas o
metas conseguidas.
Simplemente coincidimos
en el espacio-tiempo
y nos miramos.
Como seres muy cercanos
en una época pasada
de un pasado olvidado.
A distancia nos reconocemos
entre los barrotes de dos jaulas.
No nos saludamos,
ni nos despreciamos, ni nada.
Vivo en un mundo
relleno de paradojas.
Ahora que ya no rezo,
es cuando más firme
estoy en la barca de Pedro,
cuando soy más Marta
de Betania sin regañar
a María, (que personalmente
no me molesta pero con
la que nunca me sentí
identificada).
Y no es que abandonase
por derribo o desidia,
aún hay veces que me esfuerzo
de veras, por recuperar
un diálogointerior
pero me encuentro
gritando sola.
Así que saltándome
todos los pasos
voy directa a las obras.
Me ha gustado muchísimo. Creo que entiendo lo que quieres decir, me ha pasado algo parecido (salvando las grandes distancias).
ResponderEliminarQué animante! Y más cuando he dudado tanto en publicarlo (por razones que cualquiera puede deducir). No dudo que lo has entendido 100%, gracias! Por otra parte, realmente pienso que en Fl 3, 8-14 lo dicen mejor ;)
EliminarAquí, en tu alegoría, la desesperación por una fe incomprensible, con la lírica de una voz precisa y certera, expresando armonía fugaz.
ResponderEliminarSaludos. :D
Pedazo comentario O_O gracias! :)
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