30 julio 2013

¿Un mundo feliz es Kriptón? [¡Ojo a los spoiler!, que el que avisa no es traidor :P]

Estos días ha saltado a la palestra el tema de la reproducción asistida, por la propuesta de ley calificada de discriminatoria hacia ciertos colectivos y justo el 25 de julio fue el aniversario del nacimiento de Louise Brown, lo que me recordó que tenía pendiente un debate de bioética que dejamos a medias. Me he puesto a investigar la bibliografía sobre la biología del tema (que no tiene desperdicio) y que, como es inmensa, me temo que aún me encuentro empezando y que será otra historia para otra ocasión...

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¿Pues entonces a qué viene este rollo? A que he terminado “Un mundo feliz” de Aldous Huxley y el domingo fui al cine a ver ‘El hombre de acero’, y como una no sabe cómo narices funcionan sus conexiones neuronales, una cosa me ha llevado a la otra. Por hoy, asumamos que la fecundación in vitro es tan perfecta que no tiene ningún riesgo, y que nos permita llegar al ‘mundo feliz’ de Huxley, que también aparece en alguna novela de Asimov o en la película de Gattaca: la reproducción totalmente artificial permite seleccionar las características deseables del hijo (que ya no es hijo, puesto que no necesita de padres, ¡todo lo contrario!, la idea de paternidad provoca vergüenza ajena o como mucho burla) y controlada para conseguir los cánones de ese ‘mundo feliz’: los embriones delta y epsilon reciben menos suministro de oxígeno y nutrientes porque no necesitan desarrollar una inteligencia como los alfa y beta que serán los que regirán el mundo. Estamos en un mundo que recuerda al Kriptón que nos presenta la nueva película de Superman, cada persona se concibe específicamente diseñada para su misión en la vida. Y es que muchas veces son la literatura y el cine los que plantean reflexiones filosóficas y científicas creativas y escalofriantes: Orson Scott Card con su saga de Ender nos hace preguntarnos acerca de nuestra reacción ante lo distinto a nosotros para re-definir qué es un genocidio (presente también en Superman), algo que también ha desarrollado Asimov con los robots.

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Así como Orwell en 1984 se centra más bien en la manipulación de la información en un mundo totalitario y comunista, en el que la historia se reescribe según las necesidades propagandísticas del gobierno, que incluso está implementando la neolengua que permitirá eliminar conceptos tan absurdos como el amor o la verdad..., Un mundo feliz parte de una sociedad más pacífica y muy avanzada tecnológicamente, donde la felicidad solo depende de seguir el condicionamiento que se recibió desde la cuna y en tomar la pastilla de soma. Aunque también en el libro de Huxley: “Sesenta y dos mil cuatrocientas repeticiones crean una verdad”. Todas las obras que he mencionado, y muchas más del género de ciencia ficción, especulan acerca del futuro de la humanidad: ¿queremos un mundo como Gattaca, un mundo feliz? ¿O apostaremos la carta del azar como los progenitores de Kal-El?


El título original de ‘Un mundo feliz’ es Brave New World, que proviene de Shakespeare:

O wonder!
How many goodly creatures are there here!
How beauteous mankind is! O brave new world,
That has such people in't.

Porque el meollo del libro transcurre entre el enfrentamiento de John, un ‘salvaje’ que se ha educado fuera de esta sociedad perfecta, y que parece el único que ha leído las obras completas de Shakespeare e interpreta el mundo desde sus lecturas:
Cada una de nuestras vacaciones de soma es un poco de lo que nuestros antepasados llamaban “eternidad”.
John empezaba a comprender.
-”La eternidad estaba en nuestros labios y nuestros ojos”- murmuró.
¿Curioso que la historia gire alrededor de Romeo y Julieta, Macbeth y demás teatro de Shakespeare? ¿Por qué esa defensa desgarrada, desesperada, inútil de las Humanidades? Necesitamos las Humanidades para humanizar. Porque la terrible verdad de ese mundo feliz es que sin Humanidades, tampoco hay ciencia:
-Sí, pero ¿qué clase de ciencia?- preguntó Mustafá Mond, con sarcasmo- . Ustedes no tienen una formación científica y, por consiguiente, no pueden juzgar. Yo llegué a ser hace mucho tiempo un físico muy bueno. Demasiado bueno: lo bastante para comprender que toda nuestra ciencia no es más que un libro de cocina, con una teoría ortodoxa sobre el arte de cocinar que nadie puede poner en duda y una lista de recetas a la cual no debe añadirse ni una sola sin un permiso especial del jefe de cocina. Yo soy actualmente el jefe de cocina. Pero antes fui un joven e inquisitivo pinche de cocina. Y empecé a elaborar algunos platos por mi cuenta. Cocina heterodoxa, ilícita. En realidad, un poco de auténtica ciencia.
(...) De vez en cuando echo de mucho de menos la ciencia. La felicidad es un patrón muy duro, especialmente, la felicidad de los demás. Un patrón mucho más severo, si uno no está condicionado para aceptarla, que la verdad.
Y me parece cuando menos una tesis coherente y plausible, por lo que me inclino a pedir junto con John el salvaje:
-Pues yo no quiero comodidad. Yo quiero a Dios, quiero poesía, peligro real, libertad, bondad, pecado.
-En suma-dijo Mustafá Mond-, usted reclama el derecho a ser desgraciado.
Este post participa en la VI Edición del Carnaval de Humanidades, acogido en el blog Cajón Desastre

Los comentarios están a vuestra disposición si queréis continuar el debate que empezamos por aquí, y por lo que escribí:



2 comentarios:

  1. Muy buena entrada (¡cómo hilas! jajaja). Recuerdo con agrado que cuando leí 'Un mundo feliz' por primera vez estaba haciendo el Bachillerato y el profesor de Filosofía nos encargó a cada uno una disertación sobre cualquier tema que nos interesara. Quedé tan impactado que me armé de valor y humildad (una obra de este calibre había que atacarla con humildad :b) y decidí hacerla sobre el libro (Hasta aquí la batallita del abuelo Cebolleta xD) Una vez más, se ve claramente la falta que hace el estudio de las Humanidades en una sociedad cada vez más deshumanizada (que, salvando las distancias, ya no es tan utópica como parecía en el siglo pasado en mi opinión). Por supuesto, también me quedo con la frase final, muy reveladora, sobre el derecho a ser desgraciado (que recuerdo que trajo tela en mi clase, como no podía ser de otra forma :D). ¿Quizás un buen libro para #TertuliasCiencia? ;D

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  2. Me ha encantado el artículo (y gracias por la cita y enlace)... como siempre no deja de sorprenderme tu habilidad para hilvanar temas que en principio podrían parecer desconectados.

    La bioética y la heterodoxia en la ciencia son temas apasionantes y muy interesantes para discutir. Tengo trabajo por delante para leer el debate que planteas en los enlaces al final, así que volveré de nuevo y comentaremos.

    P.S. No he leído "Un mundo feliz" pero ya iba teniendo ganas así que me tendré que poner a ello.

    Un saludo

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