Lo primero es pedir que no haya respuesta a
esta carta. Sé que no había mala intención pero la anterior me hizo daño. Además,
he cortado todo contacto y resultó complicado hacerme llegar la carta, porque
yo no respondía al teléfono ni al e-mail. Finalmente llegó por otras vías. No
negaré los efectos buenos de la carta: fue mi primera pista de que realmente estaba
equivocada.
Paradójicamente (o no tanto), al alejarme de
cualquier estructura que hubiera vivido anteriormente, estoy mejor y he
encontrado más lo que buscaba. Sigo en búsqueda continua pero sin la norma y dirección
acostumbrados. Eso hace que dé muchos palos de ciego, pero no sé, me siento más
libre y mejor. En este tiempo he ido dando tumbos, por los cambios en mi vida,
por el proceso de la vida,… Me pierdo mucho por el camino. Y, sin embargo, no
estoy sola ni olvidada (…)
Ha pasado un año. Ahora soy consciente de la
razón que tenían cuando no pude hacer lo que deseaba y cuando me dijeron que no
podía serlo. Fui yo la cabezota que no quería ver cuánta razón tenían. Voy
aprendiendo a perdonar, intentar dejar
atrás mi rencor, a mirar hacia atrás a lo que pasó con serenidad y paz. Confío en
que un día amaré lo que me hizo sufrir, y que en caso de cruzarme por casualidad con mi pasado podría ser amable y hasta agradecida. Uso el condicional pero cada día estoy
más convencida de que será realidad.
¿Por qué después de todo esto me pongo a
escribir? Creo que necesito cerrar bien mi etapa, me lo pide mi conciencia.
Me fui quejándome y con respuestas destempladas, al menos reconocer que yo
estaba equivocada, y dar las gracias por lo que recibí en esos años. Por mucho
que haya tratado de buscar las diferencias, no puedo renegar de algo que formó
parte importante de mi vida, y cada cosa que hago me trae recuerdos. Algunos
escuecen (cada día son menos) pero hay otros entrañables.
Sin embargo, hay cosas que no entiendo…, que no me
entran en la cabeza, y que me hacen daño porque afectan a personas cercanas y
queridas mías. Una de las cosas que me rompieron por dentro y me torturaron
durante los peores momentos fue la hipocresía. (…)Ya sé que las personas
humanas fallan como el resto del mundo, pero tengo la sensación (probablemente
equivocada) de que algo debe estar mal si algo que debería ser bueno hace tanto daño. Me gustaría
mucho que las cosas hubieran ido de otra manera… Me parece triste no querer
saber nada de mi pasado. Esto es lo que se me hace tan duro de aceptar de mi
vida: que quiero estar lo más lejos posible, y que quiero que esté lejos de los
“míos”. No sé si estas letras servirán para algo. (...) Ahora que ya no estoy
tan rencorosa como hace un año, quería escribirlas y ver si así me quedo en paz.
Me gustaría pedir disculpas a todos los que sufrieron tratando de ayudarme, y
también agradecer sus esfuerzos, y doy permiso para
hacer llegar estas palabras a quienquiera que puedan ayudar.
No quiero una respuesta a esta carta, por
favor. Sigo sin querer saber nada de nadie. Pero aún tengo familia y amigos, la mejor respuesta sería “obras son amores, y no buenas
razones”, y verles felices y contentos.
(Nunca se cumplió la petición. Fue el final
apocalíptico de una aventura surrealista que nunca debió darse. Qué le vamos a hacer, la vida no es un cuento que acabe comiendo perdices).
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