Quiero forzarme a no olvidar. Hace hoy treinta y tres semanas que la DANA se llevó por delante tantas, demasiadas vidas. Quiero no olvidar que las supervivientes siguen bregando por volver a una nueva "normalidad". Y me lo voy a recordar cada semana los martes de la mejor forma que se me ocurra.
¿Quiénes somos cuando ya no recordamos quiénes somos? ¿Somos quiénes fuimos? ¿Somos quiénes somos ahora? ¿Somos una mezcla? Y, si es así, ¿es la mezcla de lo bueno, de lo malo,...?
Parecía una anciana recién nacida, describe Gabriel García Márquez en Cien años de soledad. Y creo que sí, que así recuerdo a mi bisa(buela): como una anciana recién nacida. Y creo ver también como mi abu coge carrerilla hacia ese mismo estado del ser.Bibiana Collado tiene en su El recelo del agua una serie transversal de poemas en torno a María y su hija, que a mí me ponen los pelos de punta. Dice el primero que
La niñez, altiva, es la únicaOtra vez una anciana recién nacida... Aunque, mi poema favorito es María II que comparto a continuación aprovechando la cercanía del Corpus. Porque pienso en que esas ancianas recién nacidas a veces son las que de verdad entienden las cosas, como mi abu y como la María protagonista en El recelo del agua.
que persevera en su memoria.
Por ejemplo, me contaba mi hermana que le preguntaron a mi abu en marzo que por qué estaban allí. Mi abu se quedó pensativa mirando por la ventana. Cuando nadie esperaba respuesta dijo: estamos... (pausa) porque nos queremos.
Quizá deberíamos escuchar más a estas ancianas recién nacidas y sus respuestas a nuestras grandes preguntas sin respuesta sobre la DANA, sobre la misma vida...
![]() |
Imagen de Susi en la concentración del 9 de marzo de 2025 de Alcem la Veu València Creients i feministes per una Esglesia en igualtat |
MARÍA II
Tibi post haec, fili mi, ultra quid faciam.
Inscripción visible en el vestíbulo del
Real colegio seminario de Corpus Christi.
EL PATRIARCA. Valencia
LA claraboya rompe
la estragada penumbra
de ha habitación del fondo.
Y su cuerpo nonagenario
acuartela la luz
con la tenacidad de su estatismo.
El sonido de la bandeja,
de pronto, la perturba
-un leve parpadeo lo señala-.
La hija se acerca despacio
y la enfrenta al ajeno hábito de tener hambre.
Se acerca, parte el pan
y se lo da diciendo:
Coma madre, que apenas
ha probado bocado.
Después, le llena la copa
y se la da diciendo:
Beba usted despacito,
no se vaya a atragantar.
Después de limpiarle las comisuras
se sienta en una silla a poca distancia.
Hace ya cuatro años
que dejó de reconocerla.
María, en un murmullo, responde:
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Cómo termina esta historia?