En septiembre leí un par de libritos que tenía pendientes desde... 2022, cuando me embarqué en la preparación de la charla Los modelos atómicos te volarán la cabeza (¡qué fuerte dar la charla con mascarilla!). No me dio tiempo a leer entonces todo lo que quería y estos dos al fin han caído algo más de tres años después.
En Historia del átomo de Siegfried Wiechowski y La paciente historia del átomo de Claude Marmasse hay sendas alusiones a Alberto Magno, amigo de esta casa y cuya fiesta se celebra hoy, 15 de noviembre. Así que sumo ambas aportaciones a las semblanzas de Adela Muñoz Páez y de Gilbert Keith Chesterton. Además, en este blog encontrarás la mía propia novelada en varias entradas e indefinidamente inacabada...
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| No sé si en alguna ocasión había mostrado mi San Alberto, en esta foto fantásticamente rodeado xDD |
Vamos con Alberto Magno en las "historias del átomo".
Siegfried Wiechowski le dedica estas dos líneas en su Historia del átomo:
El famoso filósofo e investigador de la naturaleza Alberto Magno, conde de Bollstädt (1193-1280), autor de un libro sobre alquimia, siete libros sobre los animales y cinco sobre los minerales y vegetales, mencionó por vez primera el arsénico. Según él los metales constan de arsénico, azufre y agua.
Sin embargo, quiero incluir también la cita a continuación cuando introduce la alquimia árabe, de la que Alberto Magno es heredero, porque me da por pensar que, aunque santo perteneciente a otra religión, hubiera estado muy de acuerdo con ella:
Un contemporáneo de Dschabir [conocido en occidente como Geber] advirtió a éste: “Guárdate y sé limpio si te dedicas al trabajo de la alquimia. Pues que te acercas a los secretos de Dios y si no fueres limpio podrías causar graves desgracias.”
El afamado Alberto Magno quería ser, en principio, sólo un compilador. Nació en Suabia, sur de Alemania, a finales del siglo XII o principios del XIII. Por una temporada vivió en Padua, Italia, y se volvió dominico. Impartió sus enseñanzas en París y finalmente radicó en Colonia, donde murió en 1280. En esencia era un enciclopedista que alcanzó una fama enorme, gigante, y durante su vida y después de su muerte. Antes de todo expuso el sistema de Aristóteles; lo deformó, no dejándolo sin crítica.
Alberto Magno fue en especial atacado por Roger Bacon: ¿cómo un monje mendicante, sin cultura académica, podría saber algo de valor? Hay que reconocer que Bacon, quien sufrió tanto en razón de sus muy extensos conocimientos, tenía sus razones para sentirse amargado. (...)
Bacon se ha liberado de Aristóteles, lo que explica su oposición a las enseñanzas de Alberto Magno. En lo que se refiere a las doctrinas aristotélicas se expresa con mucha claridad: son defectuosas las traducciones y, aun si fueran exactas, uno no podría aprovechar tales conocimientos para enseñar la física.

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