Vía |
Pensé
que ya había pasado
bastante
tiempo, que ya era
hora
de dejar el luto y mis
reticencias.
Podía cambiar
el
estado de whatsapp,
borrar
viejos números,
olvidar
malos tragos.
¡Oh,
mundo 2.0, global,
interconectado,
te maldigo,
ojalá
fuera más sencillo
perderse
en una selva
amazónica
para siempre!
Pero,
supongo que aún
en
el espacio exterior,
más
allá de nuestra galaxia,
seguiríais
enviando e-mails,
que
por muchos filtros que
aplique,
y aunque viviera
en
un universo paralelo,
no
sé cómo, alguno llegaría.
Para
desesperarme,
destruirme,
acribillarme.
Si
no me encontráis a mí,
encontraréis
a quien me
encuentre…
Si no puedo
desaparecer
yo, ¿cómo
volver
invisibles a todos
a
los que tienen un pedazo
viviente
de mi corazón?
¿No
basta destrozar por una vez,
que
tenéis que localizar a cada
uno
de esos pedazos
esparcidos
por esta tierra
nuestra?
A
todos vosotros,
os
digo: el espíritu no muere,
la
letra permanece, y no se
enciende
un candil para
guardarlo
bajo la mesa…,
lo
que dijimos al oído
se
escuchará en los terrados.
Y
además de todo esto,
una
última cosa: aunque
parezca
vulnerable,
tengo
la voluntad de
hierro,
y si digo que
no
quiero hablaros,
no
lo haré. Ahora digo
que
no volveréis a
hacerme
daño, y así
se
hará.
Vuestros
esfuerzos
son inútiles,
por
si por economía
de
energías, los queréis
invertir
en otra cosa
(menos
malvada y más
productiva).
Por
último,
no
olvidéis que los hijos
de
las tinieblas son más
astutos…,
es decir:
todavía
puedo venceros, no
os
confiéis ni me subestiméis.
Gracias
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