17 junio 2025

Desde el barro #31 Anciana recién nacida

Quiero forzarme a no olvidar. Hace hoy treinta y tres semanas que la DANA se llevó por delante tantas, demasiadas vidas. Quiero no olvidar que las supervivientes siguen bregando por volver a una nueva "normalidad". Y me lo voy a recordar cada semana los martes de la mejor forma que se me ocurra.

¿Quiénes somos cuando ya no recordamos quiénes somos? ¿Somos quiénes fuimos? ¿Somos quiénes somos ahora? ¿Somos una mezcla? Y, si es así, ¿es la mezcla de lo bueno, de lo malo,...?

Parecía una anciana recién nacida, describe Gabriel García Márquez en Cien años de soledad. Y creo que sí, que así recuerdo a mi bisa(buela): como una anciana recién nacida. Y creo ver también como mi abu coge carrerilla hacia ese mismo estado del ser.

Bibiana Collado tiene en su El recelo del agua una serie transversal de poemas en torno a María y su hija, que a mí me ponen los pelos de punta. Dice el primero que
La niñez, altiva, es la única
que persevera en su memoria.
Otra vez una anciana recién nacida... Aunque, mi poema favorito es María II que comparto a continuación aprovechando la cercanía del Corpus. Porque pienso en que esas ancianas recién nacidas a veces son las que de verdad entienden las cosas, como mi abu y como la María protagonista en El recelo del agua

Por ejemplo, me contaba mi hermana que le preguntaron a mi abu en marzo que por qué estaban allí. Mi abu se quedó pensativa mirando por la ventana. Cuando nadie esperaba respuesta dijo: estamos... (pausa) porque nos queremos. 

Quizá deberíamos escuchar más a estas ancianas recién nacidas y sus respuestas a nuestras grandes preguntas sin respuesta sobre la DANA, sobre la misma vida...

Imagen de Susi en la concentración del 9 de marzo de 2025 de Alcem la Veu València Creients i feministes per una Esglesia en igualtat




MARÍA II

Tibi post haec, fili mi, ultra quid faciam.
Inscripción visible en el vestíbulo del
Real colegio seminario de Corpus Christi.
EL PATRIARCA. Valencia


LA claraboya rompe
la estragada penumbra
de ha habitación del fondo.
Y su cuerpo nonagenario
acuartela la luz
con la tenacidad de su estatismo.

El sonido de la bandeja,
de pronto, la perturba
-un leve parpadeo lo señala-.
La hija se acerca despacio
y la enfrenta al ajeno hábito de tener hambre.

Se acerca, parte el pan
y se lo da diciendo:

Coma madre, que apenas
ha probado bocado.
Después, le llena la copa
y se la da diciendo:

Beba usted despacito,
no se vaya a atragantar.

Después de limpiarle las comisuras
se sienta en una silla a poca distancia.
Hace ya cuatro años
que dejó de reconocerla.

María, en un murmullo, responde:
Amén.

10 junio 2025

Desde el barro #30 Compañera del alma, compañera

Quiero forzarme a no olvidar. Hace hoy treinta y dos semanas que la DANA se llevó por delante tantas, demasiadas vidas. Quiero no olvidar que las supervivientes siguen bregando por volver a una nueva "normalidad". Y me lo voy a recordar cada semana los martes de la mejor forma que se me ocurra.

Al compartir la Elegía de Miguel Hernández había ya comenzado a gestarse este (a)poema dedicado a mi abuela valenciana. El título salió solo: Compañera del alma, compañera. Eso sí, me ha llevado todo este tiempo darle forma, escribiendo a trompicones, editando, borrando... De momento, así se queda. Espero que Miguel Hernández, allá donde esté, me permita la tropelía de destrozar sus preciosos versos para llorar a mi abuela y, como cada martes, las muertes evitables de la DANA.

Compañera del alma, compañera


COMPAÑERA DEL ALMA, COMPAÑERA


Temprano levantó la muerte el vuelo,

como el globo aerostático que cumplió

uno de tus sueños este verano.


Temprano madrugó la madrugada,

aunque recién cumplieras noventa y dos. 

No perdono a la vida desatenta 

que apenas me dejó los últimos.


Tenemos que hablar de tantas cosas…

No llegamos a darte la pequeña 

virgen-fluorescente que te compramos

solo por ver qué cara ponías, cómo

nos imprecarías y si arrancarías

en carcajadas. Se ha quedado en nuestro

altarcito, recuerdo de lo que no fue.


Voy de mis asuntos al corazón,

¿sabías que antes de ponerte cara (con

y sin mascarilla) tu voz se me hizo

nido? Certeza de hogar hallado,

punto convergente de mi deseo de

comunidad, compromiso, justicia:

¡todo amor! Después serías nuestra abuela,

también nuestra compañera del alma.


La despedida entrecortó lágrimas

con la risa. Aun así, hay momentos que 

me arrasa un dolor dulce y suave… ¡dolor 

al fin y al cabo! que queda anclado en mi 

costado. Porque te noto tan cerca, 

preocupándote por mis garbanzos.


Echo de menos tu alma colmenera

pajareando en los emails con noticias

de Religión Digital y me faltó

tu reír por hacer de abuela en Pascua.

Lo que más pesa es que no recuerdo 

nuestro último abrazo fuerte, tan 

ligera que podría levantarte con

mis brazos, salvo el respeto a quebrarte,

tal vez, si apretaba demasiado.


Tu vida fue una gran fiesta, gracias por

invitarnos, compañera del alma,

    compañera.


03 junio 2025

Desde el barro #29 Amapolas

Quiero forzarme a no olvidar. Hace hoy treinta y una semanas que la DANA se llevó por delante tantas, demasiadas vidas. Quiero no olvidar que las supervivientes siguen bregando por volver a una nueva "normalidad". Y me lo voy a recordar cada semana los martes de la mejor forma que se me ocurra.

En mayo compartía una de las primeras cartas que le escribí a mi abu y hoy quería hacer lo propio con una de las más recientes. No tiene fecha en mi libreta, pero calculo que puede ser de octubre de 2024, antes de la DANA. Recoge una historia que me desveló la lectura del primer libro de Rosa Porcel sobre las amapolas y el poema In Flander fields. Leo en la Wikipedia que se utilizó con fines propagandísticos en la guerra, cosa que no me hace especial ilusión... Aunque es verdad que también podemos interpretar esa antorcha que nos lanzan tantas víctimas mortales en conflictos bélicos sin sentido como nuestra obligación de trabajar por la paz.

Red Poppy, 1927 de Georgia O'Keeffe (vía)


Querida abu:

He pensado que... igual necesito un broche o similar de amapola. Y dirás, ¿qué mosca le habrá picado ahora a mi nieta?, ja, ja, ja.

Te cuento: estoy leyendo a una de mis amigas divulgadoras, Rosa Porcel. De primeras no parece que Eso no estaba en mi libro de botánica tenga mucho que ver contigo o el alzhéimer..., aunque estoy segura de que Rosa ¡con conocimiento de causa! me desmintiría.

El caso es que, a pesar de que lo que leo no tenga relación directa, ando ojo avizor de citas sobre memorias o recuerdos. Y ayer tropecé con la historia de la amapola en el Remembrance Day (el día del Recuerdo) o Poppy Day (día de la Amapola).

Se conmemoran las muertes de los militares fallecidos en la I Guerra Mundial. La amapola proviene del poema del teniente coronel John McCrae, dedicado a su amigo el teniente Alexis Helmer el día siguiente de su muerte.

Te copio el poema e intento hacerte una traducción del inglés. Se llama In Flanders Fields (En los campos de Flandes):

In Flanders fields the poppies blow
Between the crosses, row on row,
That mark our place; and in the sky
The larks, still bravely singing, fly
Scarce heard amid the guns below.

We are the Dead. Short days ago
We lived, felt dawn, saw sunset glow,
Loved and were loved, and now we lie,
In Flanders fields.

Take up our quarrel with the foe:
To you from failing hands we throw
The torch; be yours to hold it high.
If ye break faith with us who die
We shall not sleep, though poppies grow
In Flanders fields.


En los campos de Flandes, las amapolas florecen 
fila tras fila, entre las cruces,
que marcan nuestro lugar; y en el cielo
las alondras, todavía cantando con valentía, vuelan,
aunque apenas se escucha por el fragor de las armas .

Somos los Muertos. Hace pocos días
vivíamos, sentíamos el amanecer y veíamos el brillo del atardecer,
amábamos, éramos amados y ahora yacemos,
en los campos de Flandes.
Continuad nuestra lucha contra el enemigo:
recoged la antorcha que lanzan nuestras manos caídas;
vuestra es para mantenerla en alto.
Si rompéis la fe de los que morimos
nunca dormiremos, aunque crezcan las amapolas
en los campos de Flandes.

Así que los ciudadanos de la Commonwealth (Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) llevan un broche de amapola el Remembrance Day, y también se encuentra en tiendas, monumentos y en la Torre de Londres con 888 246 rosas de cerámica.

Yo leí el poema como si lo hubieras escrito tú encomendándome luchar contra el alzhéimer, recogiendo la antorcha de tu vida y recordando que, hace no tanto, sabías quiénes éramos y podías leer, prepararte charlas del Papa, rezar y hacer sopas de letras en la "tables" (tablet). No soy fan de emplear las metáforas bélicas para hablar de la enfermedad. En cualquier caso, sí veo como un trabajo necesario seguir estudiando e informándome y continuar, también, buscando la mejor manera de comunicarme contigo.

Y además, resulta que la amapola es una flor que me encanta. Desde niña me fascina su color y su forma tan delicada, tan... perfecta. No me pude resistir a arrancar una que crecía en el camino durante alguna excursión de mi infancia.

Me enfrenté a una desilusión inmensa de que se fuera pochando por momentos, perdiendo esos pétalos que me parecen tan bellos. Resulta que crece entre las hierbas en casi cualquier lado (o eso me parecía a mí), pero arrancada se marchita rápidamente.

Podría escribir una especie de alegoría sobre cómo la belleza se puede contemplar en libertad y, sin embargo, no se la puede tener en propiedad sin destruirla... Creo que prefiero quedarme con lo efímero de la amapola, como tu vida y también la mía, llenas de pasión y de belleza a pesar de todo o puede que precisamente por ser efímeras.

Te quiero mucho, abu. Un abrazo enorme,

Tu nieta mayor, Dolores