Quiero forzarme a no olvidar. Hace hoy cuarenta semanas que la DANA se llevó por delante tantas, demasiadas vidas. Quiero no olvidar que las supervivientes siguen bregando por volver a una nueva "normalidad". Y me lo voy a recordar cada semana los martes de la mejor forma que se me ocurra.
Después de este parón, vuelve Desde el barro. Uno de los nombres que consideré para agrupar mis (a)poemas de la dana fue Salmos desde el barro. Porque no dejan de ser oraciones en busca de esperanza en este mundo desquiciado de guerras y violencia, de la furia de un clima que hemos desatado con nuestra inconsciencia... Así que el (a)poema de esta semana recoge a dónde me ha llevado de momento esa búsqueda y por qué Pablo, Nacho y Gabri han cambiado tanto mi perspectiva.
Pablo nació el pasado 11 de julio. Sin embargo, escribí este (a)poema unos meses antes, a raíz de un vídeo que compartió mi hermano.
Y qué mejor que "ilustrar" el apoema con el corazón latiente de una ciudad. Esta falla del Ayuntamiento es previa a la DANA del 29 de octubre de 2024 y aún así me parece que representa cómo palpitaba la población valenciana (y del resto del país) ante la catástrofe de nuestros vecinos.
LATIDOS
El sonido más bonito del mundo
no se escondía en la apoteosis del
Aleluya en El Mesías de Haendel.
Ni se agazapaba tras la dulzura
de Claro de luna de Beethoven.
¡Qué va!
El sonido más bonito del mundo
abrió la boca de Gabri y la
curvó en pequeños esbozos de inter-
mitente sonrisa. Mientras, Nacho
serio en brazos de su padre,
sin mover un músculo, apenas
pestañea, reconcentrado en el prodigio.
Y es que
el sonido más bonito del mundo
es el corazón acelerado de
su hermano. Tan vivo, tan real
que es innegable que en cinco
meses abrazaremos a Pablo.
Sobre todo,
tus latidos, Pablo, revelaron
que la esperanza deja de ser
opcional cuando llegáis los sobrinos.
Porque… ¿cómo no esperar ¡con urgencia!
un mundo de vuestra altura, la
del sonido más bonito del mundo?
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