Sí, yo también probé
aquella manzana maldita.
Me venció la curiosidad
y abrí la caja con Pandora.
No hice caso de Ulises,
no me puse cera en los oídos
y el canto de las sirenas
me hechizó hasta la locura.
No alegaré disculpas para
atenuar mi condena,
ante el tribunal me reconozco
culpable sin cómplice ni tutor.
Es verdad que, durante mi caída
no era consciente de estar cayendo.
Solo seguí viviendo
sin entender qué pasaba
con el mundo,
cuando el problema era yo.
Lo reconozco,
no sé cómo ocurrió
pero yo hice todo
aquello por lo que me acusan.
Soy culpable, pienso
que como todos los demás,
y asumo mi responsabilidad.
No tengo más que decir.
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