Está bastante extendido por
Internet, en círculos ateos-agnósticos-científicos de nivel echarle la culpa de
todos nuestros males a esa temible superchería que es la doctrina de la Iglesia
Católica. Los medios de comunicación se encargan de transmitir con sensacionalismo
cualquier escándalo que se dé en el Vaticano (que no significa que no sea
cierto, pero quizá sí que esté un poco agrandado). La Iglesia Católica (o la
ICAR como la llaman) es una bestia que odia a muerte a los homosexuales, una
retrógrada en contra de los avances científicos, menos mal que no tiene el
poder para quemar en la hoguera como tenía antiguamente, etc., etc.
A todas las personas que se creen
con toda su buena fe los argumentos expuestos, está dedicado mi post de hoy.
Con él quiero argumentar por qué el mundo que conocemos es en buena medida lo
bueno que es, debido a la gran influencia del cristianismo sobre el mundo y en
concreto sobre Europa.
Empezando por el origen de las
lenguas europeas, Viereck afirma que “en el proceso de desarrollo cultural de
Europa encontramos, por consiguiente, modelos estructurales recurrentes: la
misma realidad se nombraba al principio con nombres de parentesco y
zoomórficos, para más tarde darle nombres antropomórficos, y finalmente nombres
cristianos e islámicos.” [1]
Para aquellos que piensan que la
extensión del cristianismo fue “coser y cantar” porque el Imperio Romano era
muy partidario de aprovechar las culturas de los territorios que conquistaba,
cabe señalar que “hasta principios del siglo IV d. C. era la temprana iglesia
cristiana una iglesia en la clandestinidad, y duró muchos siglos hasta que la
creencia cristiana se estableció por todas partes de Europa.” [2] Para los que
defienden que el emperador Constantino fue el promotor de la religión
cristiana, esta cita: “Peterson dice de él (del emperador Constantino) que
intentó politizar la idea de la monarquía de Dios una vez que
Tertuliano había intentado juridizarla.
La fiestas navideñas, comunes aún
hoy a muchos países, provienen de la inculturación cristiana sobre la cultura
pagano-romana ya existente porque “la Navidad pertenece a los fenómenos
naturales, ya que la fiesta cristiana se basa en el solsticio de invierno, al
que acompañan la mayoría de las respuestas encontradas.” [3]
En la “oscura” Edad Media, los
monasterios fueron lugares de cultura y los monjes los únicos capaces de leer y
escribir (se cuenta que Carlomagno sabía leer pero no escribir), así que no es
raro que las primeras universidades crecieran cerca de estos monasterios y bajo
su amparo. Entre los primeros maestros tenemos a monjes mendicantes como San
Alberto Magno, que a pesar de ser un alquimista aristotélico nunca fue quemado
en la hoguera sino que es santo y patrón de los científicos, y entre los
alumnos destaca Santo Tomás de Aquino, que supuso un antes y un después en la
filosofía cristiana. Por cierto, que las primeras universidades surgieron
precisamente durante el oscurantismo medieval. No hay que olvidar que cada
época no solo es reacción en contra de la anterior sino también su
consecuencia, así que el Renacimiento fue producto de la inquietud intelectual
que nació ya en la Edad Media, y de la vuelta a los clásicos que empezó con el
platonismo de San Agustín y el aristotelismo de Santo Tomás. [4]
Santo Tomás condenó la práctica
de la usura, y a iniciativa de los franciscanos aparecieron los primeros montes
de piedad, el calificativo de Piedad venía de que cumplían fines benéficos y
caritativos. La función de estas instituciones era atender a las demandas de
las clases más necesitadas a través de préstamos sin interés. Los fondos de los
Montes de Piedad venían de las limosnas, de cesiones de la corona y
celebraciones religiosas. Más tarde, serán los futuros bancos o la figura ya
extinta de las Cajas de Ahorro. [5]
http://www.asisucede.com.mx/wp-content/uploads/2009/12/nacional1.jpg |
Los modernos hospitales nacieron
de órdenes religiosas dedicadas a la beneficencia. Por ejemplo, en 1633 San
Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac fundaron la Compañía de las Hijas de
la Caridad, en palabras de Vicente: “Vosotras vais a buscar al enfermo a su
casa y asistir a todos los que morirán sin vuestra ayuda, porque no se atreven
a pedirla.” (Conf. S.V. 2 febrero 1653). Lo que empezó siendo una pequeña orden
para jóvenes pobres, fue pronto reclamada para ayudar en Hospitales y
Parroquias de Francia y de otros países. Se piensa que su labor tuvo mucho que
ver con la institucionalización y profesionalización del trabajo de enfermera. [6]
Tanto es así, que en ruso la palabra que designa a la enfermera viene de “hermana”
en alusión a que esta tarea la desempeñaban las monjas, y cuando se instalaron
gobiernos seculares (en España llevaron a cabo la desamortización de bienes
pertenecientes a la Iglesia) no pudieron prescindir de esta Orden para atender
los hospitales y se les confía en pocos años los Centros de Beneficencia
estatal.
¿Qué decir de la terrible Inquisición? Pues, nos cuenta el entonces Cardenal Ratzinger que el sótano del Vaticano está lleno de esos juicios, la mayoría tratan de temas únicamente civiles, pero los acusados aducían algún motivo religioso porque preferían ser juzgados por la Iglesia que por el Estado. [7]
Y así podríamos seguir… Carl Schmitt
señala que “todos los conceptos de la moderna teoría del Estado son conceptos
teológicos secularizados. Lo cual es cierto no solo por razón de su evolución
histórica, en cuanto fueron transferidos de la teología a la teoría del Estado,
convirtiéndose, por ejemplo, el Dios omnipotente en el legislador todopoderoso,
sino también por razón de su estructura sistemática, cuyo conocimiento es
imprescindible para la consideración sociológica de estos conceptos.” Señala
además, que teólogos protestantes como H. Forsthoff y F. Gogarten, dicen que sin
el concepto de secularización no se entiende la política actual ni la de siglos
pasados, e incluso llega a señalar de la filosofía marxista que “Hacia los años veinte del siglo XIX se había
extendido ampliamente por todo el Occidente europeo, especialmente en Francia,
el dogma de que los cambio religiosos, artísticos y literarios tienen íntima
conexión con la alteración de las condiciones políticas y sociales. La
filosofía marxista de la historia radicó este nexo en el plano económico y lo
fundamentó sistemáticamente hasta el punto de buscar la clave de los cambios
políticos y sociales en un centro de imputación, que no es otro que el
económico.”, y que “a Marx y a Engels no pasó inadvertido que este ideal de
humanidad cada vez más consciente de sí misma tenía fatalmente que terminar en
la libertad anárquica. Es de máxima importancia a este respecto, por su
intuición juvenil, una frase del joven Engels, allá por los años 1842-1844: “La
esencia del Estado, como la de la religión, es el miedo a la humanidad a sí
misma”. [8]
En realidad, la secularización
venía ya anunciada desde el tratado de San Agustín de las dos ciudades, si bien
la Iglesia ostentó un poder terrenal especialmente en la Edad Media, pero
fueron justamente los mismos cargos desempeñados por la jerarquía eclesiástica
los que fueron asumidos con la formación del Estado moderno.
Carl Schmitt señala que el
sistema económico imperante en el mundo viene de la clase social burguesa que liberal
quiere un Dios, pero un Dios que no sea activo; quiere un monarca, pero
impotente; reclama la libertad y la igualdad, pero al mismo tiempo, la
restricción del sufragio a las clases poseedoras para asegurar la necesaria
influencia de la cultura y de la propiedad en la legislación, como si la
propiedad y la educación fuesen títulos legítimos para oprimir a los pobres e
incultos; suprime la aristocracia de sangre y de la familia, pero mantiene la
desvergonzada aristocracia del dinero (...)”. Llega a decir que el liberalismo “consiste
en negociar, en las medias tintas, con la esperanza de que el encuentro
definitivo, la cruenta y decisiva batalla pueda quizá transformarse en un
debate parlamentario y suspenderse eternamente gracias a una discusión eterna.”
[9]
El marxismo y sus teorías
económicas han hecho que el Estado se considere a sí mismo como una empresa,
según dice Weber. Hay teólogos, como Donoso Cortés, que prefieren una dictadura
frente a esto. La realidad es que con la liquidación de la familia monógama con
autoridad patriarcal se impide la moralidad, la teología y el pensamiento
político. Al final como señala el Cardenal Newmann: “No hay término medio entre
el catolicismo y el ateísmo.”
Carl Schmitt plantea la cuestión
de si es factible una teología política una vez alcanzada la separación
Iglesia-Estado, y llega a la conclusión de que no: la Iglesia reconoce el
Estado como algo fáctico y no como teología. [10] Es decir, así como para el
pueblo de Israel, la monarquía es símbolo de su monoteísmo, para la cristiandad
no hay un modelo político que propugne la Iglesia. Esta ha señalado que el más
acorde con los tiempos o “el menos malo” es la democracia, pero eso no
significa que todos los Estados hayan de serlo, ni que a la vuelta de los siglos
se haya demostrado que conviene otro modelo.
Bibliografía
[1], [2], [3] W. Viereck, La historia cultural de Europa: Algunas
observaciones en el Atlas Linguarum Europae, Revista Española de
lingística, 30, 2, p.487-500
[4] G. Chesterton, Santo Tomás de Aquino
[5] Wikipedia
[6] F. Hernández Martín, Las Hijas de la Caridad en la
profesionalización de la Enfermería, Cultura de los cuidados, 2006, 20
[7] J. Ratzinger, La sal de la tierra
[8], [9] y [10]Teología política
II de Carl Schmitt
Muy interesante. Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegro que interese :)
Eliminar