20 julio 2012

El cerebro. Lo neurológico y lo transcendental

A raíz de la discusión amistosa en un blog, me he interesado por las neurociencias. Realmente, debe ser una de las pocos temas que me atraían de la biología del colegio: pensar en toda una masa de neuronas que se interconectan entre sí por medio de sustancias químicas: los neurotransmisores, que se regeneran cuando dormimos (¡por eso, soy partidaria de que hay que dormir en vísperas de examen y no quedarse toda la noche de empalmada! Porque si no, tanto esfuerzo, para que luego tus cansadas neuronitas no puedan conectar el circuito "examen X"). Estos días he aprendido además que lo que diferencia el cerebro humano de otros primates es su plasticidad. Se han encontrado especies de monos capaces de aprender un lenguaje sencillo o de fabricar algún tipo de instrumento, pero no se ha conseguido tras largas sesiones de aprendizaje ni de estimulación que lleguen a "entender" lo que han aprendido, o que sean capaces de desarrollar un lenguaje con la complejidad a todos los niveles cognitivos que tiene el ser humano.

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Con el auge de las neurociencias, ha aparecido una disciplina nueva llamada neuroteología, que trata de explicar el instinto del hombre hacia la transcendencia y hacia buscar un Dios. El doctor Persinger diseñó un casco con electroimanes [1], y también los neurólogos Newberg y d'Aquili [2] estudiaron por medio de la técnica SPECT (que se basa en imágenes del cerebro tomadas por detección de rayos gamma una vez que se han tomado radiofármacos) para intentar entender el fenómeno de la meditación en monjes budistas y monjas carmelitas (católicas). Se ha demostrado también que las personas epilépticas muestran una activación del lóbulo temporal que hace sentir al paciente una gran paz interior y armonía con el resto del Universo [3], e incluso la experiencia de "estar fuera de sí mismo", que reseñan las personas que han tenido un extásis religioso. Sin embargo, las personas religiosas no solo experimentan extásis, y lo que sí se ha comprobado en estos estudios es que se activan distintas partes del cerebro relacionadas con las funciones cognoscitivas y volitivas [4], es decir, que los voluntarios del estudio presentaban una actividad similar a una conversación con otro ser (aquí habría que distinguir entre la meditación budista que busca fundirse con el todo y desaparecer, y la oración católica que entra en conversación con Dios). 
http://blogs.lainformacion.com/futuretech/files/2011/04/casco-de-dios.jpg

"¿Cómo pudo de una sola célula fecundada desarrollar ese órgano extremadamente complejo que es el cerebro? Hay quienes responderán que todo está genéticamente programado, olvidándose de que la palabra programa carece de sentido si no hay un programador. Decir que la estructura y las propiedades del cerebro, con sus leyes físico-químicas y biológicas, se explican únicamente por la casualidad es reconocer que no tienen explicación. Por ejemplo, una molécula de 10 átomos distintos pueden combinarse de diferentes maneras, de hecho caben 3628000 formas de combinación. La probabilidad al azar de encontrar una combinación concreta es de 1/3628000; o sea verdaderamente pequeña. Pero si la molécula tuviera 20 átomos la probabilidad se reduciría a 1/2 trillones (...). Si consideramos la complejidad del cerebro, la posibilidad de que se haya realizado al azar es prácticamente cero (...)." [5]

¡Ojo! Esto no es una defensa de la teoría del Diseño Inteligente: la evolución genética y biológica está demostrada, si bien algunas tesis darwinistas o neo-darwinistas presentan ciertos problemas científicos como por ejemplo la inexistencia de especies intermedias, o la relación de los genes con la adaptación y la selección natural por medio de relaciones con el hábitat. Simplemente, por lo poco que he leído, pretendo resaltar que el ser humano no es mera biología, como argumenta E. Lazzslo también "evolucionamos sociológicamente", y en cualquier caso, no podemos reducir el método científico ni las obras artísticas que el hombre ha llevado a cabo a simple genética o biología. Por último, llamar la atención hacia los casos de personas que se han convertido del ateísmo a cualquier religión, lo que relatan son experiencias muy complejas difícilmente reducibles a meras conexiones neuronales. Existen varios ejemplos, pero aquí os remito al último que me ha llegado.

[1] Michael Persinger, Neurophychological basis of God beliefs, Praeger Publishers, New York-Londres 1987
[2] A. B. Newberg, E. D'Aquili, V. Rause, Why God won`t go away, Ballantine Books, New York 2001
[3] A. Ogata y T. Miyakawa, Religious experiences in epileptic patients with a focus on ictus-related episodes, Psychiatric Clinical Neuroscience, 52 (1998), 321-325
[4] M. Beauregard y V. Paquette, Neural correlates of a mystical experience in Carmelite nuns, Neuroscience Letters 405 (2006), 186-190
[5] A, Muntané, M. L. Moro, E. R. Moros, El cerebro. Lo neurológico y lo transcendental, EUNSA, 2008

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