Que
me llamen in-sociable, no me importa, por valorar por encima de la
media la privacidad y la independencia. Soy así, y estoy a gusto
siéndolo, no tengo pensado cambiar. Me resistí a hacerme Tuenti,
Facebook y Twitter cuando estaba de moda..., me lo hice solo para
mantener el contacto con mis compañeros de la carrera. Es verdad que mi
blog es público, pero lo que allí aparece pasa por mis filtros de lo que
quiero contar, cuánto quiero contar y de qué manera. Cualquier
comentario, mientras no sea spam o grosero, es bienvenido, y nunca he
tenido que borrar ninguno. En general, las personas que mi blog me ha
llevado a conocer son interesantes, me aportan aire fresco en el 2.0 y
no me importaría des-virtualizar con una o varias visitas en el mundo
real. No todo son rosas, pero la mayoría sí.
Ahora
bien, si cambio de vida, si deseo estar ilocalizable, si deseo borrar
todos mis datos virtuales..., ¡es un coñazo! (y perdonen la expresión
vulgar). El derecho a la información no es inviolable como algunos
derechos humanos, sino que está limitado por el derecho a la intimidad.
Si los demás no quieren tenerla me parece genial, yo les respeto y exijo
un respeto proporcional.
No
me gusta bloquear a la gente porque me hace sentir dictadora, pero
ahora mismo tengo más de diez contactos por Whassapp bloqueados y una
cuenta reportada por spam en Twitter, algunas direcciones en mi lista
negra de correo-spam, y la privacidad máxima que me permite Facebook. Y
no dudaré en ampliarlo si hace falta. Lo que no es de recibo es que
cortes una relación y pidas que no se pongan en contacto y te avasallen
cada dos días con nuevos mensajes (bloqueo automático), ni que se llame
amistad a preguntarme cada semana por el teléfono qué tal me va: si te
embarga el aburrimiento existen muchas opciones que no pasan por revisar
tu lista de contactos para mandar Whassapp absurdos, y que encima si no
contesto interpretes como que ¿estoy enfadada contigo? ¡Por favor!, ya
no somos (deberíamos) adolescentes. Whassapp va a dejar de ser gratuito,
y quizá por el bien de todos aquellos que lo usan indiscriminadamente
debería tener un mínimo por mensaje para que fuéramos conscientes de que
no solo se ahorra por cuestiones económicas sino de tiempo y de respeto
al tiempo de los demás.
Para
situaciones surrealistas, gano con ventaja. Recibí una llamada al
teléfono del trabajo... de una persona que debía haber buscado por
Internet dónde trabajaba y cuál era el número y me localizó en el
despacho de becarios. OLA K ASE, ¿me quiere buscar problemas?, ¿no capta
la indirecta de que si no cojo el móvil es porque tengo algún motivo
que se acabará cuando yo decida y no cuando tú me fuerces a ello?, ¿que
si no has querido saber nada de mi vida en 20 años, a qué viene de
repente ese súbito enfermizo afán por localizarme?
Señoras y señores: dejen espacio vital.
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