¡No me toques!, el roce, aunque
caricia
desgarra mi espíritu desolado.
¿Has visto el Ecce Homo flagelado?,
¿la Sangre, su Sudor, la inmundicia?
El más vivo retrato de injusticia
por artistas ha sido reflejado
y Él se prestó a ser contemplado
para saciar su muy amante codicia
de ser el que en los siglos ha amado
más.
Así mi alma se quedó en carneviva
desnuda ante su presencia de
Dios-Hombre.
Tiemblo sin fiebre todo entero, además
de perderme ante y en tu vida activa,
por favor, no pronuncies mi nombre.
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