(Buscador de Google: Edificio Central de la UN) |
Para todos los que estuvimos en la Universidad ese día, o estamos más o
menos relacionados con alguien de allí fue un día muy duro. Hasta averiguar que
nadie (y por tanto ningún conocido) había resultado herido de gravedad, tuvimos
que pasar por una falsa alarma que llevó a desalojar el Edificio de Ciencias, a
los de Arquitectura, en cambio, se los retuvo en el Edificio porque como estaba
rodeado del aparcamiento de coches se temía otra bomba. Los del Central y
Bibliotecas fueron evacuados. Aunque era la hora del cambio de clases, no había
nadie junto al coche bomba porque ese día llovía. Por casualidad, en las
Oficinas de la pared donde estaba estacionado el auto no había nadie que
resultara herido. La jornada se saldó con un gran susto y 28 heridos leves, por
cortes donde la onda expansiva rompió los cristales de las ventanas.
(Buscador de Google: Última bomba de ETA en la UN) |
A los pocos días, mientras todavía se seguían investigando las causas de
la intoxicación, apareció en el famoso Diario de Navarra una carta al director de una persona, relacionada con el ámbito de la
minería, que decía que claramente aquello había sido una intoxicación por
monóxido de carbono. Yo estaba en segundo de la Licenciatura de Química, y me
enervé: ¿qué tenía que ver la llamada “muerte dulce” por asfixia con los síntomas de los intoxicados?
Las causas de la intoxicación no quedaron demasiado claras. A pesar de
que se analizó el aire del Edificio Central no se encontraron sustancias en
concentraciones elevadas como para dañar a los organismos vivos. Se estudiaron
la cantidad de metales en la atmósfera, los gases oxidantes (derivados del
calentamiento) y la combustión de espuma de poliuretano.
La hipótesis que no se demostró falsa (porque las demás sí que lo fueron)
afirmaba que tras la explosión se produjo una bolsa de gases que se dispersó
por el Edificio cuando comenzaron las obras de restauración, aunque antes de
que regresaran los alumnos y el personal docente y no docente se llevaron a
cabo tanto la ventilación como la determinación de que no existía peligro…
Aunque no fue así…
(Zinc, vía buscador de Google) |
Los técnicos señalaron la presencia de gases oxidantes como nitritos, nitratos, creosota, anilina y benceno, junto con la del zinc y que son habituales en galvanizados, pinturas y barnices. En pacientes se registró una considerable cantidad de metahemoglobina y carboxihemoglobina, pero los pacientes no presentaban cianosis. Respecto a la combustión de poliuretano, se determinó que los efectos habrían sido distintos a los detectados en las personas intoxicadas.
En los pacientes a los que se realizó seguimiento, se les encontró una elevada cantidad de zinc en la orina pero no en la sangre, aunque no la suficiente como para ser el único responsable de los efectos observados. Al final, se llegó a la conclusión de que habían sufrido una especie de fiebre del soldador.
Referencias
http://www.quimitube.com/
Este post participa en el XVI Carnaval de Biología organizado por @moigaren en El Blog Falsable
Este post participa en el XVI Carnaval de Biología organizado por @moigaren en El Blog Falsable
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Cómo termina esta historia?