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En
la anterior entrada sobre biodiversidad me planteaba muchas preguntas
sobre la capacidad del hombre para manejarla, y si le es lícito
hacerlo, y donde está (si lo hay) el límite que no debe cruzar para
evitar que se produzca una catástrofe.
Gracias
a los comentarios de una amiga filósofa y de otra bióloga en esa
entrada, y también con ideas del ya tan usado libro de Hombres de
ciencia, hombres de fe, mis
planteamientos han cambiado bastante.
Para
empezar, Ángel Guerra Sierra declara que “ (…)
la cuestión de la protección del medio ambiente es un tema
religioso. Esa
consideración ha llevado a numerosas confesiones cristianas y
también a la Iglesia católica a declarar que el
impulso que lleva al hombre contemporáneo a plantearse importancia
fundamental de la cuestión medioambiental puede definirse como algo
muy propio de su dignidad como persona, y por lo tanto algo ético y
moral.
Por otra parte, la visión bíblica muestra que
Dios encargó la creación al cuidado del hombre para que actuase
como administrador y custodio, no como amo absoluto.
(…) Los hombres, en lugar de usar su capacidad para transformarla
han optado por manipularla en tantas ocasiones y extraer de ella el
beneficio más rentable, sin reflexionar sobre las consecuencias.”
Es
interesante también la visión de Rafael Gómez Pérez que señala
los primeros capítulos del Génesis
y la poesía de San Francisco de Asís como las primeras
manifestaciones de ecologismo.
http://www.cristinaenea.org/Gestor/nodos/nodo_irudi_din/Biodiversidad.jpg |
En
cualquier caso, al margen, de la visión religiosa del hombre, si le
consideramos capaz de sostener el planeta y su biodiversidad,
aseguramos que es posible frenar el cambio climático (al menos lo
que se deba a la acción antrópica), que el hombre como parte del
ecosistema planetario es capaz de vivir en equilibrio con las otras
especies, en la biodiversidad.
Entonces,
todos los avances del conocimiento y de la técnica humanas le
facilitarán la tarea del Desarrollo Sostenible. Por ejemplo, la
teoría de la evolución es una herramienta potente para el manejo de
la biodiversidad como se señala en Hombres de ciencia,
hombres de fe: “Para
controlar la biodiversidad a cualquier nivel, se precisa una
correcta identificación de los organismos. Por otra parte, si es
necesario tomar decisiones sobre la conservación de una especie,
entonces se precisa también conocer sus relaciones interespecíficas
con objeto de determinar la singularidad de las mismas. En otras
palabras, si una especie en cuestión es el único representante vivo
de una línea evolutiva divergente, o si es un miembro de un complejo
de especies muy similares y relacionadas entre sí. (…) “.
Me
gusta la definicíon, implícitamente evolucionista de Santo Tomás
de Aquino: “La Naturaleza no es otra cosa sino el plan de un
cierto arte, concretamente un arte divino, inscrito en las cosas,
por el cual esas cosas se mueven hacia un fin determinado como si
quien construye el barco pudiese dar a las piezas de madera la
facultad de moverse por sí mismas para producir la forma del barco.”
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