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El
profesor Arturo Ariño defendía las diferencias entre ecología y
ecologismo. Remitiéndome a lo que dijo en una conferencia, la
ecología es una ciencia que se basa por tanto en parámetros
objetivos, mientras que ecologismo entraña cierta ideología e
incluso política. Es, entre otras cosas, de los argumentos que me
impiden apuntarme como voluntaria a Greenpeace.
Y
es que, indudablemente, desde esa organización realizan una labor
increíble en defensa de animales y vegetales; pero a mí me echa
para atrás que entren en congresos con pancartas o realicen pintadas
en las centrales nucleares. Porque a mi juicio hay que salvar el
planeta, pero de momento necesitamos la energía nuclear para ello.
Cuando sea prescindible porque se hayan desarrollado otras
alternativas mejores, por supuesto que seré la primera en renegar de
la energía nuclear. Pero ahora mismo pienso que es está energía la
que nos puede facilitar el encontrar otras más sostenibles.
Otra
de las razones que no comparto con Greenpeace es su rechazo a los
alimentos transgénicos, cuando parece que no presentan ninguna
toxicidad para el ser humano ni el planeta. Es cierto que son
demasiado recientes como para poder predecir si tienen efectos
secundarios a largo plazo, y que podrían reproducirse eliminando por
competición a las especies naturales. Sin embargo, el otro día en
clase de biocatálisis el profesor nos pidió que si alguna vez nos
tocara tomar una decisión a escala mundial sobre los transgénicos
pensáramos no en nuestras preferencias sino en los países en vía
de desarrollo y en las hambrunas. Porque hay gente que en pleno siglo
XXI se muere de hambre, y esto debería ser un motivo de reflexión
para el mundo desarrollado.
En
ciertas concepciones de Greenpeace se manifiesta que el único
ecosistema estable es aquel del hombre de las cavernas. Sin embargo,
he asistido a una conferencia del profesor Arturo Ariño en la que
demostraba con ejemplos concretos que el hombre salvaje ha devastado
ecosistemas enteros, aún más incluso que en la época moderna.
Según parece, Greenpeace pretende proteger el medio ambiente del
hombre, pero me parece que va en la dirección equivocada. Quizá
porque se olvida de que el hombre es también parte del medio
ambiente, y que nuestra concepción del medio ambiente depende en
mayor medida de nuestra concepción del hombre. Primero hay que
proteger al hombre, y así estaremos protegiendo al medio ambiente,
porque preservaremos el planeta para nuestra generación y
generaciones posteriores. Esto es lo que se conoce como Desarrollo
Sostenible.
Sin
embargo, me he sorprendido gratamente, porque gracias a una protesta
de Greenpeace se ha reconocido que el ser humano lo es desde la
concepción. El Tribunal Europeo lo ha sentenciado de esta manera,
impidiendo que un científico alemán patente células madre
embrionarias. Me parece que esta sí es la dirección correcta. Y se
lo debemos a Greenpeace, ¡muchas gracias!
Aquí dejo parte de un documental del National Geographic sobre el embarazo de una mujer.
Aquí dejo parte de un documental del National Geographic sobre el embarazo de una mujer.
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