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Se
cuentan muchas historias sobre los descubrimientos en ciencia.
Fleming descubrió la penicilina porque se le contaminaron las
muestras con las que trabajaba; las benzodiacepinas (fármacos que se
usan en el tratamiento de la depresión, el insomnio y la ansiedad,
entre otros) se descubrieron al hacer limpieza en el laboratorio, se
encontraron unos cristales y los mandaron a analizar y resulta que
tenían actividad farmacológica. Así, podríamos seguir poniendo
muchos ejemplos que podrían venir a decir que los grandes
descubrimientos de la ciencia son fruto de la suerte. Mi profesor de
Química Farmacéutica, miembro de la IUPAC, lo negaba
categóricamente. Él definía este tipo de descubrimientos como
serendipity: una mezcla de trabajo, creatividad y suerte.
Suerte
a secas no era, porque el investigador podía llevar años tras ese
resultado, y de repente, un día lo encuentra casi como por
casualidad. ¿Pero se puede hablar de casualidad cuando se está
trabajando en ello? Y, sin embargo, sí que hay un componente de
casualidad o de suerte o de como lo quieras llamar... La palabra
según el profesor Antonio Monge es serendipity.
La
investigación es un trabajo donde se mezclan la rigurosidad propia
de las ciencias experimentales con la creatividad del propio
investigador: hasta dónde es capaz de imaginar, hasta dónde es
capaz de ver... Julio Verne en sus novelas habla de inventos que no s
ehicieron hasta mucho después. El científico hace algo parecido,
aunque quizá no quede tan bonito al ponerlo en un artículo de una
revista científica. Es cierto que todo artista aporta un algo a su
obra de arte, mientras que el científico se limita a descubrir cómo
funciona el universo y cómo puede aprovechar ese funcionamiento para
hacer la vida mejor.
Se
dice que nadie puede sustituir a un artista, en cambio, a un
científico sí. Pero creo que no estoy de acuerdo. Sin quitar nada
del mérito que todo buen artista se merece, pienso que el
investigador también es artista y que la calidad de sus
descubrimientos depende en buena medida de esa dosis de artista o de
creatividad. Al fin y al cabo, hay que tener imaginación para
postular la teoría de la relatividad, y luego demostrarla con hechos
empíricos. Hay que desarrollar la creatividad para diseñar nuevos
productos que nos faciliten la vida, sin comprometer la calidad de
generaciones futuras. Hay que saber apreciar lo bello para
apasionarse con lo que uno hace e invertir horas de largos y
repetitivos experimentos que parecen no llevar a ningún lado. Quizá
soy demasiado idealista, pero pienso que todos podemos cambiar el
mundo. Basta imaginar que es mejor y ponerse manos a la obra cada uno
en lo que mejor sepa. Si es ciencia, ciencia, si es arte, arte, si
son letras, letras.
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