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No
es la primera vez ni tampoco será la última en la que me pregunte
sobres estos temas y reflexione sobre ellos. Porque considero que la
educación es el futuro de un país, y por lo tanto, del mundo
entero. Si consiguiéramos un modelo educativo capaz de rendir
grandes genios, y sobre todo, grandes personas, habríamos avanzado
mucho en la dirección del progreso integral de la persona.
Ya
ha salido más veces en este blog, mi preocupación por la
especialización de las ciencias, mis ganas (por llamarlo de alguna
manera) de lograr la intradisciplinariedad-interdisciplinariedad en
todas las ciencias humanas. Por eso, me sorprendió encontrar en
Internet un libro titulado Ni de Letras, ni de Ciencias: una
educación humana. Leyéndolo he
descubierto que la separación entre ciencias y letras es algo
cultural, y que no siempre fue así...
El autor del libro, Rafael Gómez Pérez, considera que el horario y
contenidos didácticos están bastante bien hasta que se llega al
segundo ciclo de Secundaria. Allí el alumno debe optar entre
Ciencias y Letras, separación que se acentúa aún más en el
Bachillerato. Una separación que se considera necesaria para que los
alumnos vayan adquiriendo competencias prácticas que les ayuden
luego en la vida profesional, y que no tengan que sufrir si son de
Ciencias tantas Letras, y viceversa.
¿Pero hay gente de Ciencias y gente de Letras? Yo considero una
lástima, y un agujero negro en mi cultura, no haber estudiado nunca
Historia Contemporánea. ¿Cómo entender el mundo de hoy en día, si
yo me quedé en la Segunda Guerra Mundial en 4º de ESO? El autor
declara que no debería existir esa separación, que necesitamos una
visión más global, y que la educación depende de nuestra
concepción del hombre. Si consideramos que solo es un ser que tiene
que ganarse la vida, lo mejor es orientarle hacia su futuro
profesional lo más rápido posible, y olvidémonos del resto...
Estoy de acuerdo con el autor en que todos deberíamos estudiar
matemáticas. Si no, se acaba dando la paradoja de que en las
universidades están más preparados para cursar Administración de
empresas y Economía los alumnos de Ciencias, que en su vida han
tenido una asignatura de Economía. Según el autor: “Las
matemáticas requieren unos niveles de abstracción que, en cuanto al
mecanismo, son idénticos a los que se necesitan para, no solo
algunas ciencias naturales (física, química), sino también la
filosofía y la lengua. Es cierto que la inteligencia matemática es
un tipo de inteligencia, pero no está desconectada de los otros
tipos.” Las matemáticas nos proporcionan el concepto de infinito,
que es una de las preguntas vitales del hombre.
También estoy de acuerdo en que hay que profundizar más en el
conocimiento de la propia Lengua, pues esto eliminará muchos
problemas de comprensión en otras asignaturas, catalogadas como de
Ciencias. Y sería bueno que todos supiéramos latín y griego, ya no
solo porque nuestra lengua proceda del latín, sino porque Roma y
Grecia fueron dos culturas importantes de la Antigüedad, que nos han
proporcionado muchas cosas. Entre ellas, la misma “educación”
que procede del término griego “paideia”.
Este párrafo me parece que resume muy bien las ideas del autor:
“Las humanidades lleva a una inteligencia de la relación
causa/efecto y a las conexiones entre personas e instituciones,
además de las expresiones simbólicas. Las ciencias llevan al
conocimiento de la naturaleza a través de la experiencia y de la
inducción, primero, después de la deducción, lo que implica una
formalización a través de las matemáticas. Tanto las ciencias como
las humanidades dependen de la habilidad humana para abstraer y para
formular hipótesis. El arte plástico y la escultura, la
música, la danza, la literatura llevan a ver la realidad de una
forma bella, que es, en realidad, otra forma de conocimiento.”
¿Cómo mejorar la
educación? El autor habla no tanto de cambiar los contenidos
educativos sino los modos de enseñanza. Señala la importancia de
los padres y de los profesores, porque los niños
aprenden por imitación.
¿Cuál es la tarea del
profesor? Inculcar en el niño las ganas de saber. Porque si consigue
esto, lo ha conseguido todo. Hay que educar el gusto y la
sensibilidad (el autor propone obras de literatura universal, música
clásica, arte, y aprovechando las facilidades de la tecnología),
hay que meter el gusto de leer, de aprender, de descubrir, de
disfrutar el gozo intelectual,... Casi nada.
Así, estará sembrada
la semilla, y el alumno podrá elegir de verdad que es lo que le
interesa, porque según el autor en la universidad se encuentra
aquello que se busca, y les da tres consejos a los futuros
universitarios:
1) Cultivar un verdadero
aprecio por el trabajo intelectual.
2) Autoeducación
3) Conexión de la
verdad con la solidaridad.
Para
acabarles diciendo: “Sapere aude,
atrévete a saber. Y lo complementaría con: Amare aude,
atrévete a amar. Que sepáis tener y cultivar la inteligencia del
corazón.”
Es
una pena que en la universidad no se favorezca la formación de
materias transversales. No sé cómo han quedado los planes con
Bolonia. Pero en mi caso, en mi plan de estudios se contemplaban un
determinado número de créditos de asignaturas de Libre elección.
Nadie te impedía que, de entre ellas, escogieras asignaturas de
Letras. Bueno, nadie, pero el horario sí: porque para ir a las
Facultades de Letras costaba tiempo y ya era difícil encajar el
horario con los laboratorios, tiempo de estudio,... Además, al
avanzar en la Licenciatura, notabas que necesitabas profundizar más
en tu carrera, de ahí que muchos optáramos por elegir asignaturas
de Química y convalidarlas por las de Libre...
Te has lucido en esta entrada!!
ResponderEliminarYa digo que es uno de los temas recurrentes que me preocupan... Además de que una de mis mejores amigas estudie Magisterio (que todo influye).
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