23 marzo 2012

Odisea


        A parte de aprender vocabulario, palabras que nunca había leído como prócer, ojizarca, peplo, égida, ha sido un libro apasionante. Me gustaría saber griego para leer su versión original, que tiene que ser genial, porque si en la traducción castellana se notan los ritmos y la musicalidad de la épica, supongo que sería todo un placer leerlo directamente del griego.

            Hay cosas que me han llamado mucho la atención del libro. Por un lado, no está mal visto que los hombres lloren ya sea de angustia, miedo, compasión o alegría; y aunque ante los ojos de los extraños lo ocultan por pudor, no tienen miedo de que se les tache de cobardes o sensibles por decir que lloraron a sus compañeros muertos, al ver al hijo amado o al tener que afrontar tremendos peligros. Si bien hay un cierto machismo en el libro porque Penélope aguarda la llegada de Ulises durante veinte años, retrasando el momento de volver a tomar esposo, Ulises a pesar de sus esfuerzos por volver a Ítaca, yace con la diosa Calipso, y por lo que da a entender el libro,con bastantes de sus esclavas de su casa.

            Es gracioso como Ulises, siempre temeroso de lo que vaya a sucederle, busca engañar incluso a la diosa Atenea cuando esta se le aparece disfrazada para ayudarle en su venganza. Pero no se enfada de que Ulises pretenda engañarla, más bien le hace gracia. Es fuerte el contraste entre la alabanza a las virtudes de la hospitalidad y de la generosidad con los mendigos que son premiadas por los dioses, y la justificación de la sed de venganza a la que tiene que poner fin la misma diosa para evitar una guerra en Ítaca tras la vuelta de Ulises. Todo está en función de estos dioses, a veces caprichosos pero también razonables (como el hombre mismo): la vuelta al hogar está condicionada por hacer correctamente los sacrificios a cada dios, el rapto de Helena y el final de la guerra de Troya se explican como inspiración de los dioses. Los cantores (o aedos) son personas que han recibido su don de los dioses, y así con casi todo.

            Me impresionaron profundamente los argumentos de Ulises para regresar a casa cuando Calipso le relata las dificultades que tendrá y le propone quedarse para siempre con ella y convertirse en inmortal. Ulises, con cuidado de sus celos, prefiere a Penélope y responde así a la diosa: Si algún dios me acosare de nuevo en las olas vinosas,/ lo sabré soportar; sufridora es el alma que llevo/ en mi entraña; mil penas y esfuerzos dejé ya arrostrados/ en la guerra y el mar; denle colmo esos otros ahora. Me parece una definición estupenda de lo que es el hombre: un ser mortal que no rechaza su condición de sufridor y de luchador.

            ¡Y me he quedado con ganas de La Ilíada!
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