Ante una hoja en blanco:
una palabra escrita.
Trazo firme y apretado,
que marque bien el folio.
En el silencio de la noche:
una palabra en voz alta,
nada de susurros.
Quebrar, romper,
destrozar el silencio
pero solo un instante.
Cuando el ruido atruene:
una palabra en voz queda.
¿Se pierde?
No, si hubo alguien atento
deseando escucharla.
Si la hoja está llena ya,
basta el punto final
que cierra el capítulo.
No es brusco, no,
hay que saber leer finales.
Porque no todo es vuelo,
o caída, o continuación.
A veces se llega al suelo
o a algún otro lugar,
si te arriesgas.
Pero hay que dejar
de temer al tiempo
o a la eternidad,
hay que lanzarse al vacío,
hay que amar
sin tener miedo de morir
o de vivir como fuera,
aún enfermo,
aún triste...
Aún soñando,
peleando todavía
por un final feliz.
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