Queridos Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar,
Este año no voy a
preguntaros por vuestros camellos, ni por el lugar lejano en el que vivís, ni
por el largo viaje recorriendo medio mundo ni por la noche agotadora que os
toca el 5 de enero. Porque hace poco me he enterado de que los regalos que me
dejábais los compran mis padres y los colocan ellos esa noche cuando los
pequeños nos quedamos dormidos. Cuesta mucho creérselo, pero es verdad.
Me lo dijo mi mejor amiga
en el colegio, y no le creí. Por que no: vosotros claro que existíais, y punto.
Ella me dijo que preguntara a mi madre, y lo hice. Mi madre me dijo que qué
pensaba yo. A mí me parecía absurdo que mis padres se compraran a sí mismos los
regalos, entonces no serían regalos, así que teníais que existir. Me respondió:
-Pues será como tú lo
creas.
Cuando se lo conté a Ana,
me dijo que tenía que insistirle más. A ella tampoco se lo habían revelado a la
primera. No le hice caso, pero era una duda muy grande, y más cuando mis padres
me preguntaban constantemente qué os había pedido en la carta… Así que volví a
preguntar, y a intentar asimilar la verdad, que parecía una broma.
Si ya sé que no me traéis
los regalos, ¿por qué os escribo? Os escribo porque este año no quiero juguetes.
Quiero algo que solo podéis conseguirme vosotros, si es verdad que estáis en el
Cielo. Papá me dijo que vuestras tumbas están en la ciudad de Colonia.
Solo os pido un trabajo
para mi papá. Este año su empresa ha quebrado y lleva en una cosa que se llama
el paro casi seis meses. También hablan de otra cosa que no entiendo y se llama
crisis, y debe ser algo por lo menos tan malo como el paro. Mamá y papá ponen
siempre una sonrisa si les preguntamos por estas cosas, pero sus ojos no
sonríen a la vez. Y no somos tontos, aunque seamos pequeños. Nos damos cuenta
de que la nevera está más vacía que antes, y ahora no se puede repetir en las
comidas.
Yo no entiendo de las
cosas de los mayores, pero sé que mi padre necesita un trabajo para volver a
estar contento y llevarnos al parque. Y que mi madre no lloraría con la cabeza
en el armario si papá tuviera un trabajo.
Por eso, si sois los Reyes
Magos de verdad, escuchad lo que os pido, por favor. Y prometo que el año que
viene me portaré mejor y no me pelearé con los hermanos.
Un beso,
Sonia
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