Se me amontonan los libros
en la estantería,
proyectos apenas bosquejados
sobre la mesa,
ideas sin desarrollar en la cabeza,
y ganas de correr
y de reír.
Cada hilo suelto lleva una madeja
entera, que toca desmadejar y
descubrir.
Se me nota el brillo en la mirada
cuando paso las horas sin dormir.
No se puede abarcar todo,
es el límite a lo infinito,
pero tampoco se puede quedar
con una única parte
porque no hay nada aislado.
en la otra, a mil kilómetros
de distancia o a mil conexiones
neuronales...
Lo extraño es no volverse loco
de ansiar lo inalcanzable.
El sentido común mantiene
en el mundo real incluso
las ganas de soñar deprisa.
Y nacen nuevos seres,
nuevos ideales, formas nuevas
de entender y de querer
lo viejo de siempre.
que puede no volver a encenderse,
prefiero los mil kilómetros recorridos
aún cuando no halle la hoguera
que busco.
Porque en el camino
encontraré piedras
que me servirán para años
o quizá solo para segundos,
pero si no me pongo en marcha
jamás lo sabré.
de pasarme corriendo
a quedarme sentado
analizando chispas de otros.
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