Hoy
me ha dado por meterme en educación y política... Me parece un tema
preocupante que según los profesores de universidad, los alumnos que
llegan cada vez están peor preparados, lo que hace disminuir el
nivel. Y por la sencilla razón de que es más cómodo hacer menos,
se vuelve la pescadilla que se muerde la cola: si no se llega al
nivel, lo bajamos; si lo bajamos, se necesita menos nivel, así que
se estudia menos, etc.
¿De
dónde van a salir los grandes intelectuales de nuestra época, si
funcionamos de esta manera? ¿De dónde saldrán los científicos que
harán ciencia en el próximo siglo?
Por
otro lado, en nuestro modelo de sociedad cada vez se exige más.
Estamos en un mundo tremendamente competitivo, de CV plagados de
logros y méritos, en el que se valoran más las habilidades que los
conocimientos. Desde secundaria se empieza a hablar a los alumnos de
cómo su media influirá en las posibles opciones de empleo de cara a
entrar y elegir carrera en la universidad. Generamos tensión
adelantando esta obsesión por la media de curso en curso llegando a
Primaria (¿y sería posible llegar a Infantil?), exigiendo que los
alumnos dominen la informática por algo forman parte de la
generación de los internautas...
Y,
a pesar de todos estos intentos, el nivel es cada vez más bajo. ¿En
qué estamos fallando? En mi opinión, damos demasiada importancia a
la competitividad, a las notas y a los exámenes. ¿Qué pasa con ese
aprender y adquirir conocimientos, irlos asimilando, pensando,
formando un criterio,...? En mi clase le preguntábamos a la
profesora de matemáticas para qué nos iba a servir lo que estábamos
dando..., y no puedo evitar recordar que Platón expulsó de su
escuela a un alumno que hizo esa pregunta.
Me
parece que en el colegio deberíamos aprender más que otra cosa a
pensar, a desarrollar un juicio crítico, y a disfrutar estudiando.
¡Basta de buenas notas y de premios a los más inteligentes! Hay que
enseñar que aprender no es solo memorizar: las cosas se olvidan.
Pero si se enseña un hábito de estudio, de reflexión eso no se
olvida y es una herramienta más poderosa que los ordenadores y la
informática. Porque justo con esa herramienta se han fabricado esos
ordenadores, se han diseñado sus programas y tantas otras cosas que
usamos en nuestra vida diaria.
El
gusto por aprender nuevas cosas no puede estar relegado a los frikis.
Es tarea del profesor emocionar, entusiasmar a los alumnos con la
asignatura que imparta. Algo muy difícil, sí, y que también
depende de la actitud de los alumnos, pero me parece que deberíamos
intentarlo. Hacernos un lavado de cerebro e inculcar la disposición
de pensar y de disfrutar pensando.
¿De
qué sirve aprender en la E.S.O. que la materia está compuesta de
átomos, si una estudiante de Arquitectura me pregunta a mí,
entonces estudiante de Química, que si en el laboratorio cojo un
átomo de una cosa lo junto con otro y veo la molécula
resultante...?! ¡Aquí está el éxito de la educación en ciencias
del instituto!?
La
ciencia que se debe enseñar tiene que ser más intuitiva, más
aplicable al día a día del alumno para que este se pregunte más
cosas. Generar curiosidad que lleve a examinar con interés la
etiqueta de un yogur, a investigar en Internet, a aprender por qué
los objetos fluorescentes brillan en la oscuridad...
Pienso
que hay que pasar más tiempo en el laboratorio, no como una
obligación, sino como un pasatiempo. Si yo no veo química en lo que
me rodea, ¿por qué iba a querer estudiar eso? Hay que hacer más
excursiones y aprender educación medioambiental ahí, y no en el
aula. Hay que enseñar a contemplar la naturaleza, a entender los
procesos naturales y la implicación del hombre en estos. Los
conceptos teóricos no sirven siempre, hay que conocer la práctica e
incluso, con la práctica se aprenden mejor los conceptos teóricos.
Educar también en interdisciplinariedad: las disciplinas de la ciencia están relacionadas, no son bloques estancos de conocimiento. Y la ciencia tiene sus límites, que quizá salven las humanidades, y por eso, hay que inculcar una actitud de diálogo abierto, de valorar todo.
Ahora
bien, estamos en crisis. Todo lo que propongo puede parecer
estupendo, pero falta el dinero para los reactivos o para el autobús
de las excursiones,... Siempre se puede salir a ver parte de la
naturaleza en el patio del recreo (¿por qué no dar justamente ahí
las clases de biología?), y de todas formas, considero que el dinero
empleado para facilitar la educación es una buena inversión. Tan
buena como poner un aula de informática. Además, lo que más cuenta
es el profesor: hay soluciones creativas para suplir la falta de
medios... Hace más falta ilusión y motivación, aunque supongo que
es difícil... Pero no nos vamos a rendir solo porque las cosas sean
difíciles, ¿o sí?
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