Extraña sensación
de perplejidad.
La cuestión humana
no tiene solución matemática.
Ante un problema insoluble
se queda quieto,
pensando...
¿Cuándo acabará esto?,
¿cuándo acabará todo?
Y no se conforma
con que no haya respuesta.
Quiere inmediatez
sin dobleces ni engaños.
Se agita turbulentamente,
se remueve incómodo
en su condición mortal,
aspira a más, a ser poeta
de su propia alma.
Quiere pintar en arcoiris,
quiere escribir sentimientos,
quizá se pare a contemplar
los juegos de unos niños
en un patio.
Intuyendo que ahí
agujeros negros y supernovas
de estrellas que vivieron
en un firmamento
en otro tiempo.
Quiere encontrar
la relación que le impulse
más allá de sí mismo,
quizá a otro tú
u otro yo.
No lo tiene claro.
Y suspira
en una noche eterna
por lograr la comprensión,
ansiando ser feliz
mientras mira la felicidad
de los demás.
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