12 noviembre 2011

Dolor

Escuece el alma
dulcemente.
Se abraza el vacío
para darle calor,
como a un niño
mimoso.

Serenado, sublime,
escondido en el pecho.
Fuente de lágrimas
y canciones,
amigo en la soledad.

Lejos quedan ya
largas rebeliones
y alzamientos.
Ahora, en la paz,
se pueden enterrar,
o quizá desenterrar,
recuerdos.

Amansado, apaciguado,
duerme tranquilo.
Percibimos su respiración
en pequeños latidos.

No hacen daño
sus dientes o
sus uñas.
Fuerza interior
que guía
a mayor recogimiento,
amigo en la soledad.

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