¿Tu verdad? No, la
Verdad,
y ven conmigo a
buscarla.
La tuya, guardátela.
GALERÍAS LXXXV, Antonio Machado
Está
de moda, cuando se mantiene una conversación con gente normal en la calle, que
al llegar a un punto donde los que participan no están de acuerdo, den el tema
por zanjado con una frase del estilo: Esa es tu opinión, la mía es otra. Y se
quedan tranquilos y cambian de tema.
Hay
veces que al explicar mi forma de vivir o mi forma de entender el mundo, me han
contestado: Si eso es lo que te hace feliz... Y ante esa respuesta, me siento
incomprendida, y más que rabia me entra perplejidad porque pienso: ¿Acaso todos
no buscamos la felicidad? ¿La felicidad es algo relativo únicamente a cada
persona?
Sin
embargo, hay cosas en las que todos estamos de acuerdo. Todos estamos contra la
violencia de género, contra el asesinato, contra la violación de los derechos
de la persona,... O sea que hay algo por encima de mi opinión y de tu opinión,
algo que universalmente, por encima de cualquier cultura, es bueno o malo para
todos sin excepción.
Pero
si yo digo esto en una conversación me llamarán radical, poco tolerante con las
personas que piensan lo contrario... ¡Pero vamos a ver! Si lo que digo es
verdad, es verdad para todos; y si lo que digo es mentira será mentira para
todos... ¿O no?
Se
me dice que qué me importa el matrimonio gay, que les deje ser felices a su manera, pero si la verdad del matrimonio es la
unión de un hombre y de una mujer, ¿por qué he de callarme si al hablar de
matrimonio gay se dice una mentira? Se me dice que nunca he estado en la
situación de una mujer embarazada por violación, que soy muy dura por no
entender su deseo de abortar..., pero si la verdad es que todo ser humano tiene
derecho a la vida, ¿por qué me voy a callar ante la muerte de un inocente? Se
me dice que no entiendo la píldora del día después porque nunca me he
encontrado en la situación de usarla, pero si yo sé que esa píldora puede ser
abortiva, ¿por qué no voy a defender una vida humana?
Que
nadie me diga que esta es mi opinión, y que respete al resto que no opina como
yo. Contestaré con Machado:
¿Tu verdad? No, la Verdad,
¿Tu verdad? No, la Verdad,
y
ven conmigo a buscarla.
La
tuya, guardátela.
Soy
científica y me gusta la investigación, con la que quiero encontrar la verdad
del mundo en el que vivo. Que no me digan que mis experimentos son fruto de mi
opinión, que otros tendrán otra. O no existe la verdad para nada , y entonces
¿por qué está mal la violencia de género, si es tan solo un modo de actuar? O
existe la verdad para todo, y hay modos de vivir que son buenos para todos, y
otros que son malos para todos.
Es
verdad que es complicado, porque los científicos explicamos la realidad a base
de modelos, que varían con el tiempo, según se van conociendo más datos. Pero
aunque nuestro conocimiento sea imperfecto, y no podamos conocer la realidad
científicamente tal cual es, necesitamos partir de la premisa de que la
realidad existe, y de que nuestros datos son ciertos. Si no, ¿quién se
molestaría en hacer ciencia? Si solo podemos fiarnos de nuestra opinión y de
nada más, ¿para qué la investigación en nuevos fármacos, en nuevos materiales,
en contaminar menos nuestro planeta?
¡Cuidado
cuando te hablen de opiniones! ¡Cuidado con decir si eres feliz así...! El obispo
de Pamplona cuenta que una vez le preguntó a Juan Pablo II que cuál era el
mayor peligro de nuestra sociedad, y le contestó: el relativismo.
Creo
que todos estamos de acuerdo en que hay cosas malas para cualquiera y cosas
buenas para cualquiera: “En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre
una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz
resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a
amar y a hacer el bien y a evitar el mal... (...)” GS (Gaudium et spes, 661) 16
¿Por
qué en el día a día es más difícil descubrir esa Verdad de la que habla
Machado, por encima de mi opinión y de tu opinión? Quizá porque “Es preciso que
cada uno preste mucha atención a sí mismo para oír y seguir la voz de su
conciencia. Esta exigencia de interioridad
es tanto más necesaria cuanto que la vida nos impulsa con frecuencia a
prescindir de toda reflexión, examen o interiorización” (Catecismo)
Hemos
perdido la costumbre de pensar, de reflexionar. Nos puede ayudar dedicar cada
día un rato a pensar en lo que pienso y por qué pienso eso y no lo contrario.
Quizá así reconoceré los límites de mi pensamiento, rectificaré lo que se pueda
rectificar, tendré mi propio criterio frente a las opiniones,... Que nuestra generación
no pase como una generación “sin más” que solo vivió su opinión. Que seamos una
generación reflexiva, amante de la verdad y protectora de los derechos de la
persona. Como dice Machado: “(...) La
verdad es lo que es,
y
sigue siendo verdad
aunque se piense al revés
PROVERBIOS Y CANTARES XXX, Antonio Machado
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