“- Me alegro- dijo M. Waldman- de haber ganado
un discípulo; y si su aplicación iguala a su capacidad, no me cabe ninguna duda
de que triunfará. La química es la rama de la filosofía natural en la que se
han hecho y pueden hacerse los más grandes progresos; ésa es la razón por la
cual la he convertido en mi especialidad; pero al mismo tiempo, no he
descuidado las demás ramas de la ciencia. Sería un mal químico si me dedicara a
esa parcela del saber humano. Si su deseo es llegar a ser verdaderamente un
hombre de ciencia y no un mero experimentador, le aconsejo que se aplique en
todas las ramas de la filosofía natural, incluidas las matemáticas.
A
continuación me llevó a su laboratorio y me explicó los usos de los diversos
aparatos, aconsejándome sobre los que debía procurarme, y prometiendo que me
dejaría utilizar los suyos cuando hubiese progresado lo bastante como para no
estropear su funcionamiento. También me dio la lista de libros que le había
pedido, y me despidió.
Así
concluyó un día para mí memorable, que decidió mi destino futuro.”
Frankenstein o el moderno
Prometeo, Mary Shelley
Este
fragmento de Frankenstein me trae buenos recuerdos. Formó parte de un examen de
Informática Aplicada en el que tenía que idear un programa capaz de contar las
palabras. Fue la primera vez que logré que me funcionara un programa hecho por
mí y obtuve la máxima nota.
Quizá
antes que nada, para los que no hayan leído la novela, habría que explicar que
el narrador se llama Víctor Frankenstein, que es un muchacho serio y
responsable que se dispone a empezar sus estudios. También hay que explicar que
cuando en el texto se refiere a filosofía
natural se trata de lo que hoy conocemos como física.
Me
parece interesante el consejo que le da el profesor a Frankenstein: le habla de
la diferencia entre ser hombre de
ciencia y mero experimentador.
La sociedad actual empuja a los científicos a especializarse más y más, que es
la mejor manera de obtener antes resultados aplicables. Pero, yo me planteo,
¿qué es mejor? ¿Ser un mero
experimentador o un hombre de
ciencia?
Es
cierto que nuestro entendimiento no puede abarcar todas las ciencias en la
profundidad necesaria para lograr un avance. Pero considero que tampoco un
científico se puede “estancar” en su especialidad, sino que tiene que ser un
hombre de ciencia: que se plantee interrogantes fuera de su área de
investigación, que esté dispuesto para el reto de intentar comprender lo que no
le es tan cercano (entender ciencia vs usar ciencia),... ¿Un ideal muy alto del
científico? Pues, aún propongo más.
Creo
que no le destripo a nadie la novela al decir que Frankenstein crea un
monstruo: un ser humano de extremada fealdad pero capaz de sentir lo bello y lo
bueno, y actuar en consecuencia. Frankenstein se arrepiente de lo que ha hecho.
Las
ciencias no han bastado para detener la catástrofe de Frankenstein. Él se deja
llevar por el afán de conocimiento, por lograr lo que nadie ha logrado,... No
hay ninguna ciencia que se oponga a lo que él intenta y finalmente consigue. A
partir de ese momento, la vida de Frankenstein no volverá a ser lo que era, se
convierte en una vida desastrosa en la que se vuelven contra él todo lo que ha
amado, y que ya no se siente suficientemente puro para amar de nuevo.
Todo
lo que es posible científicamente, no es necesariamente bueno para el hombre,
para la ciencia, para la humanidad. Es preciso reconocer los límites éticos y
morales de la ciencia.
Lo
que yo propongo no es sólo el hombre de
ciencia sino el científico humanista.
El científico que no renuncia a ninguna de las disciplinas de las letras ni de
las ciencias para lograr encontrar un poco de verdad, un poco de belleza en
el mundo que nos rodea.
Un pendiente que tengo desde hace rato, que habrá que subsanar cuanto antes
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