“Francie salió
exaltada de su primera clase de química. En una hora descubrió que
todo estaba compuesto de átomos en movimiento continuo. Asimiló la
idea de que nunca nada se pierde ni se destruye. Incluso si algo se
quemase o se pudriera, no desaparecería de la faz de la tierra, sino
que se convertiría en otra cosa: gases, líquidos y polvos. Francie
llegó a la conclusión de que, según la química, todo vibraba de
vida y no existía la muerte. Le intrigaba el porqué los hombres de
ciencia no adoptaban la química como religión.” Un árbol
crece en Brooklyn, Betty Smith
Recuerdo cuando decidí estudiar Química. En el colegio ya habíamos
dado la tabla periódica y aprendido a formular y la nomenclatura de
los compuestos de tres formas distintas. Estudiábamos la estructura
electrónica del átomo: cómo los electrones se van colocando
ordenadamente en los orbitales que les corresponde. Un lío.
Estaba haciendo un canguro una noche. Después de que se durmieran
los niños (ya era tarde), me comí un par de onzas de chocolate y me
puse con la tarea de química: la hibridación de la molécula del
agua y del amoníaco. De repente, lo entendí. Tenía su lógica. La
hibridación explicaba las propiedades de estas moléculas. Me
pareció genial, grandioso, sublime. Me apasioné por la Química.
No todo es cómo nos lo enseñan en el colegio. Al final, la
hibridación no es algo real, sino una teoría que permite conocer
mejor la estructura atómica. Pero había cosas de las estudiadas que
sí pasaban en el laboratorio y era guay ver tu cristalizador lleno
de lo que la mañana anterior habías intentado sintetizar. Te hacía
sentir bien, que el mundo era comprensible y que en cierta manera tú
lo podías controlar.
Quedaban muchos interrogantes. La realidad no suele ser tan sencilla
como nos parece a primera vista... Recuerdo que en la primera clase
de Física II el profesor nos explicó que si el modelo atómico de
Rutherford fuera el correcto y considerásemos que Pamplona era el
núcleo de un átomo, su electrón estaría orbitando a la altura de
San Sebastián, y en medio no habría nada material: sólo campos
electromágneticos. Luego, ¿la materia está vacía de materia?
¿Cómo se explica? ¿Qué es entonces la materia? Y aquí nos mandó
hacer una visita a la otra parte del Campus para que los filósofos
resolvieran nuestra duda.
Estudiar la carrera de Química ha sido genial. Intentar comprender
la dinámica de este mundo material está bien. Y está mejor aún,
reconocer los límites de la ciencia, de la química, de la
materia,... Por eso, de estos cuatro años en Química mi mejor
recuerdo es la gente de mi clase: la generación π-bond.
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