Hoy, 15 de noviembre, celebramos a San Alberto Magno, patrono de los
científicos.
Curiosamente, San Alberto Magno fue un filósofo y teólogo alemán
y sacerdote dominico en la época medieval. Entonces, la filosofía
comprendía las principales ramas del saber humano como la lógica,
la metafísica, las matemáticas, la ética y las ciencias naturales.
San Alberto tiene obras sobre todas estas materias, contribuyendo al
desarrollo de la ciencia.
Como filósofo y teólogo, distinguió y exigió delimitar los
ámbitos de la fe y de la razón. Asumiendo la autonomía de la
filosofía, usó la filosofía aristotélica para ordenar la
teología. Así, retomó y adaptó las obras de Aristóteles para
hacerlo aceptable al pensamiento cristiano. Se le conoce como el
iniciador del sistema escolástico, y fue maestro de Santo Tomás de
Aquino.
Como científico, se dedicó a estudios experimentales basados en
la observación, en los que deshizo muchas leyendas y mitos. Fue una
autoridad en física, geografía, astronomía, mineralogía, alquimia
(precursora de la química) y biología. Caben destacar sus
observaciones geográficas en las que explicaba la influencia de la
latitud sobre el clima, y también afirmaba que la tierra era
redonda.
Sus propios contemporáneos le dieron el título de “Magno”, y
también el de “Doctor Universal” por la profundidad y amplitud
de sus conocimientos.
En la actualidad, la ciencia experimental ha avanzado mucho gracias
a su especialización que le permite profundizar más y más en el
conocimiento de su área. A menudo, los científicos y la gente de
hoy se plantean un mundo en el que ya no es necesaria ni la filosofía
ni Dios, puesto que la ciencia puede explicar muchas cosas y resolver
muchos problemas. Sin embargo, ¿puede la ciencia resolverlo todo y
dar explicación de todo? Me parece que no.
Quizá con tanta especialización incluso retrasamos el desarrollo
científico, creando una especie de compartimentos estancos del conocimiento.
Últimamente, se pretende retomar la interdisciplinariedad entre las
distintas ramas de la ciencia. Porque muchas veces lo que no se puede
resolver por la biología, quizá sí se pueda desde la ingeniería o
la química. Pero yo me planteo, ¿por qué quedarnos solo en la
interdisciplinariedad de las llamadas ciencias experimentales? ¿Por
qué no ir más allá y lograr una interdisciplinariedad con las
ciencias humanas, con la filosofía y la teología? ¿Es posible? Con
el ejemplo de San Alberto Magno en la cabeza, pienso que sí y pienso
que supondría un mayor avance en la ciencia, teniendo en cuenta
claro está los límites y separación de la fe y la razón.
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