30 noviembre 2011

Técnicas biológicas


Este verano estuve en el CIMA en un laboratorio de genética molecular. Para mí fue un gran descubrimiento porque durante la carrera me he acostumbrado a trabajar con materiales inertes, y de repente manejar material vivo me parecía alucinante. Quizá porque empleábamos técnicas muy parecidas en ambos casos, y sin embargo, en el segundo, las células seguían estando vivas...

            Voy a contar mi experiencia con un par de técnicas. Lo que quiero transmitir es mi pasmo por la ingeniosidad que está detrás de ellas, y no tanto la técnica en sí misma.

            Por ejemplo, alguna vez me tocó extraer RNA. El ARN nos puede sonar más o menos... (es la expresión del ADN para que a partir de él se puedan sintetizar proteínas necesarias para la vida). Para poder extraer el RNA necesitamos romper la célula, y se utilizaba una solución que llamaban TriReagent, después se congelaba la muestra a -80ºC, o bien, se comienza directamente la extracción añadiendo cloroformo. Se le deja actuar durante 15 minutos, y luego se centrifuga (es como una lavadora, para los no entendidos). Entonces obtenemos en el eppendorf (un tubo de plástico) tres fases o capas: abajo quedan las proteínas por ser más pesadas, la capa intermedia o interfase contiene el ADN, y la capa acuosa superior el RNA. Extraemos la fase acuosa a otro eppendorf y añadimos isopropanol para que precipite el RNA. Una vez más, dejamos que actúe, centrifugamos y esta vez nos quedamos con el mini precipitado de color blanquecino: ya tenemos el RNA. Ahora se procede a lavarlo con etanol, y luego lo preparamos para obtener a partir de él ADN, que permitirá estudiar las características genéticas de la célula. ¿No es una pasada?

            Había un investigador que preparaba su proyecto de fin de máster y estudiaba una proteína indicadora, si estaba activada, de reacción inmunológica comienzo de la enfermedad estudiada. La forma activa de la proteína (y la que realmente interesaba) estaba fosforilada. Por tanto, lo que se hacía era un Western Blot de la proteína total y de la proteína fosforilada para conocer la cantidad de proteína activa.

            Un Western Blot es una electroforesis en gel de agarosa: se aplica corriente al gel, y las proteínas se cargan en función de su tamaño. El gel de agarosa es como una red muy entrecruzada, de manera que según la carga o tamaño de las proteínas estas se desplazarán más o menos en el gel. Luego, mediante una fuerte corriente eléctrica se transfieren las proteínas a una membrana especial. Es especial porque se ha incubado con un anticuerpo de la proteína (para que solo ella esté presente) y con leche (tiene muchas proteínas que bloquean los otros sitios activos del anticuerpo, y así nos aseguramos de tener únicamente la proteína que queremos). El anticuerpo está marcado con peroxidasa, para que podamos revelar y observando las bandas cuantificar la proteína.

            Ya he dicho que las enfermedades que estudiaban suelen estar relacionadas con el sistema inmune, por eso, estudiaban los linfocitos del bazo del ratón. Los marcaban con un fluorocromo que es una molécula que cuando se une al linfocito emite fluorescencia pero cuando está suelta no. Se medía el pH de los linfocitos por medio de esta molécula y de otra: un ionóforo: rompe la membrana de la célula de manera que el pH exterior es igual al pH interior, permitiendo hacer una recta de calibrado. Era interesante medir el pH porque si era superior a 7,6 indicaba que los linfocitos estaban activados, y si era inferior a 6,9 indicaba apoptosis (muerte celular).

            Me gustó mi estancia en el CIMA, pero no me gustaría dedicarme a la investigación biomédica y dedicarme a sacar sangre o extraer bazo...

1 comentario:

  1. ¡Ey, la primera técnica es la que uso yo en mi proyecto fin de carrera! Eso sí, luego el experimento sigue, pero ésa es la primera fase. Western-Blot he hecho en prácticas alguno, pero me parece más aburrido.

    Yo prefiero sacar sangre a ratón o extraerle el bazo que hacerlo con personas.

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