Investigador español aragonés (15
de abril de 1902 en Caspe- 1966 en Madrid). Estudió Farmacia en la Universidad
de Madrid, y Ciencias Químicas en la de Zaragoza, donde se inició en la
investigación científica con los profesores Rocasolano, en el Instituto de
Bioquímica, y Ríus Miró en el laboratorio de Electroquímica. Obtuvo los
correspondientes doctorados de Farmacia y Ciencias en 1927 y 1931.
Fue
Catedrático de Agricultura del Instituto de Enseñanza Media de Huesca, donde
inicia su carrera docente; y siete años más tarde se trasladó al Instituto
Velázquez de Madrid. Se especializó en Ciencia del Suelo, en sus aspectos
naturalista y agrícola, en Bonn, Zurich y Konisberg, con pensión (beca)
concedida por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones
científicas.
Participó
en la creación, organización e impulso del Consejo Superior de las
Investigaciones Científicas (CSIC).
En varias ocasiones había compartido con su amigo Ibáñez Martín ideas para
mejorar la ciencia española. Cuando Ibáñez Martín fue nombrado ministro de
Educación, pidió a Albareda que pusiera por escrito sus proyectos. En 1939 fue
nombrado secretario general del CSIC .
José María Albareda se había acreditado ante los especialistas europeos
y los químicos españoles como experto en Edafología
o ciencia del suelo, y al terminar
la guerra civil reanudó sus investigaciones, formó a muchos jóvenes
investigadores y promovió institutos y cátedras universitarias poniendo a
España en la vanguardia de la ciencia edafológica.
El
CSIC pretendía reconstruir y elevar científicamente a España después de la
guerra civil. Aparecen, bajo la iniciativa de Albareda, los Centros del Consejo
en todas las universidades españolas y en otros lugares o instituciones,
respetando la personalidad de cada institución existente y creándola donde
había condiciones favorables. Procuró, con amplitud de miras, le recuperación
de algunos científicos políticamente marginados o exiliados. Logró que la carrera de investigador se
considerara como tal, y que muchos jóvenes pudieran formarse en el
extranjero. Otro objetivo eran las aplicaciones
técnicas de las investigaciones a través de Institutos de Orientación y
Asistencia Técnica que promovió Albareda.
El
instituto de Edafología, que fundó José María Albareda, contribuyó a formar
investigadores y profesores universitarios en varias disciplinas científicas,
ya que esta especialidad era confluyente para distintas ciencias: desde la
Geología sedimentaria a la Biología vegetal, y todo animado por la amplitud de
miras que Albareda otorgaba a la investigación.
A
finales de 1959 fue nombrado rector de la Universidad de Navarra y también fue
ordenado sacerdote (José María Albareda era miembro del Opus Dei desde 1937).
Renunció a la Secretaría del CSIC pero el ministro no se lo permitió, y hasta
el final de su vida continuó en la Universidad de Navarra y en el CSIC. Su
rectorado llegó apenas a seis años en los que el Estudio General pasó a ser
Universidad de Navarra, empezaron dos escuelas técnicas superiores y cuatro
nuevas licenciaturas.
Don
Francisco Ponz fue alumno en el instituto de Huesca y lo trató después a lo
largo de su vida. Define a Albareda como un “cristiano recio, pensaba en
amor, comprensión, perdón y ausencia de venganzas a pesar de que, como supe
tiempo más tarde, su padre, farmacéutico, y uno de sus hermanos habían muerto
en Caspe víctimas de grupos anarquistas. Le
urgía la elevación del nivel científico, cultural y espiritual de España. En
sus años de estudio en naciones europeas con pujante investigación científica,
había sentido con agudeza el retraso español. Con fe en la capacidad de sus
compatriotas para la investigación, que me ilustraba con elocuentes
ejemplos, veía necesario crear en España
un ambiente favorable a la investigación científica y despertar en los universitarios el entusiasmo
por la ciencia. En el
servicio de esos nobles afanes, vida cristiana y futuro científico español,
gastó Albareda su vida.”
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