El poder de las historias

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   He llegado a la última ponencia de Kalon. Ernesto Oyarbide habló de la Poética de Aristóteles, y de la filología. Habló de inspiración artística en la literatura y de técnicas literarias.

            Todas las historias son mimesis de una praxis, de las acciones humanas libres. Mediante la piedad y el temor se lleva a la propia purgación o catarsis de sí mismo. La catarsis es traducir las historias a experiencias vitales. Por eso, leer buena literatura nos prepara para la vida. Ernesto decía que lo que define a las obras de arte es la libertad del espíritu creador.  Como ejemplo, nos hablaba de la tragedia Antígona, que a pesar de su dureza nos deja buen sabor de boca: se ha producido la catarsis y hemos sido capaces de abstraer que las intenciones de la protagonista son buenas, loables y dignas de imitarse.

            Poco después volví a ver la película de Origen de Nolan, y me encontré de que hablaban continuamente de catarsis. Para lograr el objetivo de su misión, quieren que el individuo viva la catarsis, porque según el personaje principal, las emociones positivas superan a las negativas: el hombre anhela la catarsis, y por eso, no enfrentan a Fischer con su padre,sino que buscan su reconciliación con él. La película, en palabras de mi hermano, es muy cartesiana porque al final te impide distinguir entre lo que es sueño y lo que es realidad. En mi opinión, no, y me parece magistral la conversación final del protagonista con su mujer: “No puedo imaginarte en toda tu perfección y en toda tu imperfección, serías solo una sombra”.

            Produce verdaderos escalofríos, y es que, por mucho que encontremos la palabra exacta, a los sueños y a las historias de literatura les falta la realidad. Como dice Miguel d'Ors, hablando de un perro que ya murió: “Pero nos ha quedado/la palabra: miradlo cómo aceza/ cómo mueve la cola en estos versos”. Supongo que esa es la genialidad de la literatura.

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