12 abril 2012

La necesidad de lo útil


        Hablemos hoy de la necesidad de lo útil, y quisiera poder transmitir mis inquietudes, creo que filosóficas, sobre este tema. Para podernos dedicar a cosas que son valiosas en sí mismas, que son inútiles, necesitamos de lo útil. Nadie es capaz de filosofar o del arte, sino están satisfechas antes sus necesidades básicas en cuanto al alimento, a tener una casa o un medio de ganarse la vida.

            Entonces, el hombre se puede permitir, además de trabajar, dedicarse a la filosofía o al arte. Ambos nacieron en Grecia en una época de bonanza y de riqueza territorial, y en ese momento también surgió la ciencia. Sí, porque aunque en el siglo XXI la ciencia la entendamos como una simple fábrica de objetos que aseguren nuestra comodidad, en realidad es mucho más que eso. Es un intento racional de entender el mundo en el que habitamos. ¿Con qué fin? Con el de hacer la vida del hombre mejor. Puede que aquí muchos piensen en manipulación o en control. No se trata de eso. Lo explicaré con un ejemplo, ¿qué es mejor una investigación cuyo objetivo es encontrar un medicamento eficaz, u otra paralela que solo busca descubrir que es capaz de hacer el hombre modificando a placer la naturaleza? Ambas investigaciones nos darán resultados útiles y nos guiarán a una mayor comprensión de la realidad, pero creo que somos capaces de ver las diferencias entre las dos.

            En la Naturaleza lo útil puede ser muy bello. Poniendo un ejemplo de Biomimética, el pico del martín pescador es útil porque le permite entrar velozmente en el agua para cazar su alimento, y a la vez es bello, y ha inspirado el diseño de la parte delantera del tren bala japonés.

            No solo es eso, sino que en la Naturaleza, lo aparentemente feo, puede no serlo, justamente por su utilidad. Nos pueden atraer más o menos los insectos, y sin embargo, su labor de polinización hace que las flores crezcan. Además, observando la Naturaleza, aprendemos que lo que puede parecer inútil no lo es. Por ejemplo, la bolsa de los canguros, en la que su cría termina su desarrollo hasta ser capaz de valerse por sí misma.

            Quería señalar también que lo inútil en ciencia contamina. Como ejemplo, los plásticos (que yo prefiero llamar polímeros), pueden ser bellos y con ellos hacer una verdadera obra de arte, que dentro de unos años (tal como se entiende el arte ahora: que es efímero y que no debe guardarse) se convertirá en basura, por decirlo de un modo técnico, en residuo. Un residuo que tiene muy baja biodegradabilidad. Como oí exponer una vez a un chico de biología, si la raza humana desapareciera de la Tierra, desaparecerían con él más o menos todo lo que ha hecho y lo único que quedaría serían los plásticos.

            ¿Cómo lograr, entonces, “reconciliar” el arte con la ciencia? ¿Cómo conjugar lo útil con lo bello, con el arte? ¿La ciencia es bella? ¿Qué entendemos por belleza los científicos? ¿Es transmitible la experiencia estética científica?

            Al final, simplificando lo dicho en otras ponencias, lo que hace arte al arte es la intencionalidad. Una intencionalidad que requiere lo material para plasmarse. En filosofía, a diferencia del arte, se requiere la exactitud: la palabra exacta. Bueno, como en ciencia, entonces, ¿no es utilidad?

            Fue Raquel la que me dio una respuesta a todas mis preguntas. Me dijo que es imposible que la ciencia sea arte, pero que entendía lo que yo quería decir. Que al igual que el método científico puede ser de ayuda a las humanidades en cuanto a su rigor, se podía hacer ciencia con una actitud como la que se puede tener ante el arte.

            Pero yo voy un poco más lejos, si la ciencia puede hacer que lo útil sea bello, ¿debe hacerlo? Pienso que sí. Que la ciencia está para servir al hombre, y también para hacer más hermoso el mundo. Que la belleza científica es la búsqueda de la verdad, por un camino distinto al de la filosofía y el arte, pero al fin y al cabo, búsqueda y bello.
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