18 abril 2012

La Ilíada


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 De la mano de Homero he conocido la historia de héroes que aparecían en La Odisea, cuando Ulises desciende al Hades y se encuentra con las almas de sus compañeros de batalla. Antes solo eran nombres extraños, ahora cada cual tiene una historia, un árbol genealógico, y unas determinadas virtudes guerreras que lo hacen amable a algunos dioses y odiado a los otros... Porque si algo queda claro es que, aunque denominen a Zeus Padre, y aunque sea el dios más grande del Olimpo, no es el que ha creado al hombre. Simplemente es una diversión más de la que gozan los dioses del Olimpo: jugar con los hombres, aunque no en el sentido de la Sagrada Escritura cristiana, sino que realmente son sus marionetas para humillar a otros dioses o paras vengarse de no ser su nombre el primero que acude a labios de un héroe cuando este se encuentra en apuros. Unas veces se compadecen de los frágiles hombres y se los llevan de la batalla para retrasar su muerte, otras les engañan con falsas apariencias para que acudan al encuentro del guerrero que acabará con su vida.

La Ilíada comienza con el enfado de Aquiles por la ofensa de Agamenón, y termina cuando el primero decide volver a la lucha para vengar a su mejor amigo muerto en combate. Entre medias todo es artificio de dioses, batallas crueles en las que nadie se apiada de nadie y Homero nos describe con detalle la carnicería de troyanos contra aqueos. Aquiles solo entrega el cadáver de Héctor porque así se lo mandan los dioses, porque le parece que cualquier ofensa para el homicida de Patroclo es poca, y finalmente cede el cuerpo del héroe troyano y da una pausa de doce días para sus funerales. Ahora me queda la Eneida para conocer el final de Ilión, y la suerte de Eneas, el único héroe superviviente.

La mujer en aquella época no tenía más valor que actuar como premio y goce del guerrero y parir hijos hermosos duchos en el combate. Entre todo el canto épico, me he quedado con esto: No les manda a ninguno que baile, sino que combata./ No hay mejor pensamiento a seguir ni consejo como éste:/ combatir cuerpo a cuerpo empleando las fuerzas y brazos./ Mejor es decidir al momento la muerte o la vida,/ que dejarse matar lentamente en la horrible contienda/ junto a nuestros navíos por hombres de menos valía.

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