Perdonen el egocentrismo: esta entrada va dedicada a mí. En una semana me marcho a Valencia para acabar con las asignaturas de mi máster, y después volveré a encerrarme en el laboratorio para ver si consigo algo decente que defender como trabajo fin de máster en septiembre de 2012. Con eso terminaré el máster en Química Sostenible. ¿Y...?
Y nada. No tengo trabajo. No salen las convocatorias de becas para hacer el doctorado, y cuando salgan no tengo un expediente demasiado brillante como para competir con los que sí, si salen muy pocas becas... Lo único que me ha surgido es irme a San Petersburgo, intentando que el Ministerio de Educación arregle un convenio con el de Rusia. Parece complicado, y no es que me falten las ganas, pero sí la salud como para irme a la otra punta del mundo (comprobado: las cartas tardan un mes en llegar, y otro en recibir respuesta).
¿Opciones? Voy a empezar una nueva carrera: Ingeniería Agrónoma. Porque me gusta la Química del Suelo, porque soy de familia numerosa y estudiar en la pública me sale bastante bien, porque es mejor que estar sin hacer nada.
Tiene gracia que los jóvenes titulados acabemos la carrera y no tengamos trabajo, junto a otra gran cantidad de parados que sigue subiendo. Y tiene gracia que los jóvenes que queremos ser investigadores no tengamos oportunidad de serlo por falta de recursos económicos. Y que si nos conceden becas en el extranjero, luego nos pidan que volvamos a sacar este país adelante. ¿Con qué? ¿Con qué ganas? ¿Con qué recursos? O más esencial: ¿llegaremos a estar en posición de ayudar a nuestro país?
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