Jueves Santo
Noche eterna,
no porque no
hubiera Sol,
sino porque
decidimos matarlo.
Noche sin estrellas,
oscura de traiciones
y de negaciones,
cuando los hombres
firmamos sentencia
contra el Dios
que nos hizo del barro.
Noche de gritos
y sollozos,
de correteos por
las calles empedradas
y un gallo canta
tres veces.
Viernes Santo
Noche sola,
donde una madre
llora a su hijo
el condenado.
Noche de
esperanza,
aunque su alma
atravesada por
espadas,
recuerda los
azotes,
las espinas y la
cruz.
Noche de consolar
a otros que
pecamos
cuando lo que
quiere
es que lo que ha
pasado
no pasara
o no fuera así.
¡Ojalá hubiera
sido ella quien
lo desclavara,
quien yaciera
entre sus
brazos y no su
hijo
en los de ella!
Contempla
con los ojos
del alma partida
a su hijo
destrozado
y espera la mañana
del domingo.
Solo ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Cómo termina esta historia?