Soy una chica
urbana
nacida sobre el
asfalto,
habituada a ruidos
electrónicos
y música de
claxones.
Pero aunque me
envolvía
el olor neutro y
aséptico
del hospital, yo
respiraba
otros aires que
venían solo
de un poco más
lejos.
Olía a vaca y a
estiércol,
al marrano de San
Mateo
y al caballo
Rubio,
y veía (sin ver)
la casa
de persianas
verdes
donde se crió mi
abuelo.
En la primera
bocanada
no llené mis
pulmones
de médicos y
paredes
blancas, sino de
tierra
mojada y verde
asturiana.
Quizá ya soñaba
con la
mina de oro del
bisabuelo
de Arizona, o con
Pelayo
y las montañas de
la
muy querida
Covadonga.
Kilómetros de
ida,
kilómetros de
vuelta,
para recorrer la
tierra
de mis
antepasados.
Para escuchar el
mar
en los
acantilados,
para subir
montañas,
para cantar el
Asturias
de mis amores.
Para destaponarse
los
oídos y curarse
las otitis,
y aprender los
túneles
de antes y después
del
Negrón. Para ver
la
no-necesidad de
ese paraíso
todo verde, todo
lluvia
de Asturias, que
es mi patria
aunque en ella no
viva.
Con la leche
materna
heredé las
expresiones
arcaicas de bable
de aldea
y me prestó
probar la sidra
escanciada en una
finca
y procurar no
mancarme
cuando aprendí a
patinar.
¿Y qué si no
viví allí?
Mi madre y mi
abuela
me hicieron
asturiana
a base de
canciones.
En mi sangre
siento
latir la
revolución
y oigo los
tronares
de las piedras de
la
batalla del 722.
Y es que Asturias
es mi patria, y
Oviedo
mi capital. Y
quien
me lo niegue no
es asturiano,
¡y es pura
envidia
que le da!
PUXA ASTURIES!!!! (Sugerencia: Reenvía el link a Miguel)
ResponderEliminarPUXA ASTURIES!!! (Lo haré de tu parte... ;)
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